domingo, 30 de enero de 2011

Me voy a poner como un vaca…

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Bueno, de hoy no pasa. Tenía este post guardadito en borradores, en espera de su ocasión… y la ocasión la pintan calva. Acabo de leer una noticia ridícula a más no poder. No tengo ni idea de su veracidad (que siendo prensa rosa podría ser de ninguna a menos ninguna). Pero si ‘eso’ lo ha dicho Penélope Cruz… pobrecita. Y al/la que escribió la noticia, ya le vale. Aquí está la perlita de noticia:

Pe podría negarse a darle el pecho a su bebé para no perder figura

Y aquí, el post.

“Me  voy a poner como una vaca”. Tengo la sensación de que este es un pensamiento que subyace en la cabeza de muchas mujeres cuando están planeando quedarse embarazadas, o descubren, por sorpresa, que ya lo están. La idea de tener un hijo entusiasma a toda mujer que quiere ser madre; pero la época de tiranía de la imagen en la que vivimos propicia que los cambios ‘físicos’ a propósito del embarazo, parto, puerperio y lactancia (no hablaré ya aquí de los emocionales o espirituales) sean poco menos que temidos. Si el ideal de belleza es la delgadez, lo que no es delgado nunca puede ser bello. Razón por la cual muchas mujeres (y muchos hombres) creen que no se puede ser bella estando embarazada, o recién parida, o lactando. Si se creyera generalizadamente que una mujer en estos estadios de su vida es bella, por ejemplo, la moda premamá (y postnatal) no sería un asunto de boutiques carísimas, ni de dos estantes y dos percheros en las cadenas más populares, ni de cuatro marcas que sólo venden por internet camisetas todas iguales de colores diferentes. Y qué podríamos decir de las embarazadas que salen en las fotos de publicidad (que la mayoría de las veces ni siquiera están realmente embarazadas)…

Pero la presión no viene sólo (por si fuera poca) del mundo de la moda y la publicidad. También se nos hace sentir desde el sistema sanitario. Una constante en los embarazos de casi todas mis contemporáneas ha sido el miedo a la bronca de la matrona por el aumento de peso. ‘Uf, ya verás qué cara me pone mi matrona mañana’. ‘Me va a a echar una bronca que verás’. Seguro que a las que me leáis, esto también os suena familiar. Y efectivamente, el aumento de peso descontrolado, que no es bueno en ningún momento de la vida, durante el embarazo tampoco.  Pero se nos dan a conocer desde el principio ‘patrones’ de aumento de peso ‘estándar’, para todas, que son tan nocivos como las ‘dietas estándar’ que se reparten en muchas consultas médicas. Cada mujer es un mundo, y su aumento de peso durante el embarazo va a variar enormemente del de su madre, del de su vecina y del de su prima, y estará predeterminado en gran parte por el peso inicial del que parta, y cómo no, de sus hábitos alimenticios. Pero nadie te dice ‘mientras mantengas una dieta equilibrada, el aumento de peso será el NORMAL PARA TI’. No. Hasta el segundo trimestre, tanto; en el segundo, no más de cuánto; y en el tercero, espanto. ¡Y mucho cuidado de pasarte de lo que te digan! Porque ahí empiezan las profecías apocalípticas en torno a la diabetes gestacional, la macrosomía fetal, la pre-eclampsia, etc, etc, etc.

(Hago un inciso para precisar, con un dato autobiográfico, que parece que engordar es un problema, pero adelgazar –que es lo verdaderamente raro y NO saludable en un embarazo- por el contrario, parece no ser tan ‘grave’. Yo padecí hiperemesis gravídica, perdí 10 kilos antes de la semana 10, momento en el que mi marido se plantó y me llevó a urgencias porque, hasta una semana antes que me vio mi médico de cabecera ‘todo entraba dentro de lo normal’ y ‘hay embarazos más duros que otros’. Resultado de visitar urgencias: ingreso de 4 días, con sueros y medicación para restaurar líquidos e intentar contener los vómitos. NO. Los médicos de cabecera, todos, deberían saber que perder  más del 8-10% del peso es PATOLÓGICO en un embarazo. Pero parece que no todos lo saben).

Lo peor de esta presión sanitaria es que las mismas mujeres, ignorantes como somos de todos los procesos que  sólo nos afectan a nosotras, acabamos, como se diría en inglés ‘comprando toda esta mierda’. Nos lo creemos todo a pies juntillas, nos dejamos atemorizar, e incluso a veces, nos dejamos humillar. Cuando en más de una consulta, un médico o una matrona nos presiona con la ganancia de peso SIN UNA RAZÓN MÉDICA REAL (no tenemos el azúcar alto, no tenemos tensión alta, no hay problemas de tiroides), deberían ser conscientes de que están ejerciendo un bullying maquiavélico y bastante cruel. Con un hombre, eso no ocurre en ninguna consulta médica. Pero claro, aunque no haya peligros médicos objetivos ni para nosotras ni para nuestros hijos, el pavor a los kilos de más sigue estando detrás. Y de nuevo, hacemos gala de ignorancia y de una facilidad pasmosa de eludir la responsabilidad personal. Porque muchas mujeres, inmediatamente después del parto, vuelven a su peso pre-gestacional,  kilo arriba, kilo abajo (y algunas se quedan por debajo, como yo, por la hiperemesis, o quien ha tenido dieta muy estricta por diabetes). Pero lo que la mayoría de las mujeres ignoran es que la lactancia materna, por ejemplo, es un factor importantísimo en la recuperación física para la mujer después del parto. Sí, hagámoslo porque es lo mejor para nuestros hijos: PERO TAMBIÉN PORQUE ES LO MEJOR PARA NOSOTRAS. Hay tres factores claves para la recuperación física tras un parto: la lactancia, la alimentación y el ejercicio físico. Se calcula que el gasto calórico extra por estar lactando puede oscilar en torno a las 500 calorías/día. Es lógico pensar que si una mujer come lo mismo que cuando estaba embarazada, con ese ‘desgaste extra’ de  500 calorías al día tiene que perder peso. PERO, también es cierto que la posibilidad del ejercicio físico regular, que podía venir practicando hasta el último día del embarazo, durante el puerperio, sobre todo el más inmediato, a menudo no es posible. Bien porque aún estemos recuperándonos del parto, o porque, como creo que sucede en la mayoría de los casos NO HAY TIEMPO MATERIAL. Nuestro bebé consume todo el tiempo disponible, y si no hay alguien cercano que nos eche una mano y nos deje ese tiempo para nosotras, hacer ejercicio regularmente no va a ser una opción durante meses (e incluso años). Así que, por mi experiencia, mujer: si quieres recuperarte bien físicamente de tus partos, 1. AMAMANTA; 2. COME COMO DIOS MANDA (que mucha gente cree que como lactar ‘desgasta tanto’, aprovecha para una sobre ingesta calórica que ni la lactancia ni diez maratones pueden con ella); y 3. MANTÉN ALGUNA ACTIVIDAD FÍSICA EN LA MEDIDA DE LO QUE PUEDAS.

No vengamos con milongas de que ‘ay, yo es que he engordado tanto a raíz de mis embarazos’, como si nuestros hijos tuvieran la culpa, es algo que me saca de quicio. La realidad de nuestro cuerpo obedece a lo que hacemos con él. Tampoco es nuestra culpa si aunque lo intentemos con todas nuestras fuerzas, nuestra lactancia no funciona, o si no podemos hacer ejercicio porque no tenemos ayuda y no podemos sacar todo el tiempo que nos gustaría. Pero reconozcamos que, o bien no hacemos todo lo que podemos que está en nuestra mano, y/o que lo que no está en nuestra mano no es culpa nuestra y no tenemos por qué sentirnos mal. El tiempo pasará, las circunstancias mejorarán y aunque más lentamente, podremos volver todo a su ser.

¿Y qué decir de la presión social? empezando por la propia familia, la pareja, el entorno, las amistades que ya han tenido hijos y que sólo saben contar lo ‘horrible’ que es la maternidad a nivel estético: ‘Estos niños me costaron el tipín que tenía’, ‘Mira cómo se me han quedado las tetas’, ‘Qué cantidad de estrías me han salido’, ‘se me pusieron las piernas como las de un elefante’… ‘hay que ver el culo que se te ha quedado desde que nacieron los niños’, ‘sí, es que mi mujer desde que tuvo el niño “ya no es la de antes”’…Que sí, que muy bien, que el embarazo, el parto, el puerperio va a hacer que tu cuerpo cambie (y toda tu vida!), PERO CAMBIA PARA QUE PUEDAS ALOJAR LA VIDA DE TU HIJO!! por Dios, sólo es carne y pellejo, dentro de 40 años vas a ser todo arrugas igualmente.

De las parejas que hacen comentarios despectivos acerca del cuerpo de sus mujeres en la transformación de la maternidad, sólo se puede decir que son unos MISERABLES. Creo que no encuentro otra palabra que lo describa mejor. (Bueno, y si los hacen fuera de ese tiempo, también, qué duda cabe. Si quieres mantener una pareja con un cuerpo 'inalterable’, hay conseguidísimas muñecas hinchables y maniquís de saldo en grandes centros comerciales)

Y es que no hay ni un respiro: ni en el embarazo, ni el día del parto e inmediatamente posteriores, cuando tanta gente mira DESCARADAMENTE TU BARRIGA para ver cómo ha quedado y radiarlo al resto del patio/familia/ camarilla, etc. Apoyados sin duda alguna por esta moda tan estúpida de los medios de comunicación de ‘escudriñar’ a toda famosa recién parida para finalmente concluir con orgullo “A la semana de parir, mírala, cómo si no hubiera tenido un hijo!”, “está estupenda, quién diría que ha pasado por tres embarazos!!”. En realidad, creo que a veces, determinadas personas, sí tienen lo que se merecen. Si entre las mayores preocupaciones de una mujer recién parida está el ‘ponerse los vaqueros de antes de quedarse embarazada’ (topicazo que se oye por todos lados), apaga y vámonos.

Más allá, la presión sigue sin ceder: durante el resto de tu puerperio, siempre habrá quien te recuerde, seguro que amablemente y sólo por tu bien, “¿y no has perdido todavía el peso que ganaste en el embarazo?”. Algo que no hacen preguntando, sino afirmando y con mucha mala leche PORQUE A LA VISTA ESTÁ QUE NO (si es que ese es tu caso). Como si tu casa fuera una cueva paleolítica donde no existen espejos o básculas. Y qué decir de la insistencia en que la lactancia ‘estropea’ tus pechos, las similitudes con un ‘mamma italiana’ (muy despectivo para las italianas, por cierto) por ese pecho que hasta pasado un tiempo, revela esa rotundez y formas propias de su función biológica más importante (para mi, tan bello, tan sugerente, tan sexy y tan lleno de vida…). La inmensa mayoría de las mujeres no sabe que el pecho cuando más se estropea es durante el embarazo, al aumentar de tamaño, estirándose la piel para ello durante nueve meses (quieras tú o no quieras). La lactancia no estropea tu pecho, LO PROTEGE FRENTE AL CÁNCER DE MAMA, al utilizarlo para el propósito para el que está ahí… y así podría seguir hasta el infinito.

Para mi, cómo una mujer vivirá todo este cambio depende, además del conocimiento de todo lo que he dicho antes, principalmente del concepto de su propia imagen que tenía ANTES DEL EMBARAZO. Qué nivel de autoestima tiene, cuánto de su seguridad en si misma está basado en su imagen, qué valor le da a su aspecto físico… muchas mujeres sufren, porque creen que sus cuerpos se DEFORMAN. Y recuerdo que hace poco, hablando con una amiga mía que estaba embarazada, cuando me decía eso, que estaba empezando a ‘deformarse’, le dije: “No, mi niña, no se está deformando: se está TRANSFORMANDO”. Para mi no es un eufemismo, es una manera diferente de ver las cosas. Sobre todo, de ver lo positivo. Sí, tu cuerpo cambia por la maternidad; pero ni lo hace a peor, ni sus efectos son de por vida si tú pones de tu parte por evitarlo. Lo contrario es adoptar una actitud victimista que no te va a llevar a ningún sitio. Bueno sí, a que otras victimistas como tú te den palmaditas en la espalda y digan, sí sí a mi me pasó lo mismo…

Mujeres, abramos nuestras mentes, nuestros corazones, nuestro cuerpos! Cambiemos los paradigmas establecidos! Que nuestras hijas vivan sólo con gozo lo que es gozoso. Dejémonos TRANSFORMAR SIN MIEDO, vivamos la vida, aceptemos nuestros cuerpos, cuidémoslos, amémoslos… y los demás lo harán en la medida que lo hagamos nosotras.

Imagen:

http://img.youtube.com/vi/euCMB_ijpjw/0.jpg

martes, 25 de enero de 2011

El imperfecto chocho de las españolas

“La práctica de la episiotomía

En España se realiza la episiotomía rutinariamente,
con aceptación de pacientes y profesionales, en todos
los partos, lo mismo normales que patológicos
. La episiotomía
forma parte del repertorio con el que se manejan
los partos, como el afeitado del pubis y otras
prácticas innecesarias
2 (24). La pregunta es ¿disminuye
la episiotomía la frecuencia de desgarros perineales? La
respuesta es no
. Como dicen los canadienses que publicaron
los resultados de un ensayo clínico en el que se
demostró la peligrosidad de la episiotomía: “ en los diez
años que van desde la conceptualización del problema hasta la publicación de los resultados nos enfrentamos al
paradigma del parto como una patología y de la episiotomía
como una intervención trivial” (25); a lo que podría
añadirse lo de otros canadienses, tras una amplia
revisión de la cuestión, “el uso universal de la episiotomía
se asocia con más complicaciones del trauma perineal,
piso pélvico más débil y mayor tiempo de recuperación
de la fortaleza del mismo; si quieren disminuirse
las consecuencias del trauma perineal lo mejor es disminuir
el número de episiotomías” (26).
En los países subdesarrollados las episiotomías son
parte de la rutina de la atención al parto; así, en Botswana
el 30% de las primíparas sufren episiotomía y en
Burkina Faso, el 43% (27). En España, en el Hospital
Universitario de Alicante, sufrieron episiotomía el 97%
de las primíparas (la sufrieron el 87% de todas las parturientas)
(28). En el Reino Unido, en el Hospital de Mujeres
de Liverpool, la episiotomía se realizó al 16% de todos
los partos, y en el 5% de los partos normales (27)
[en el Hospital Universitario de Alicante se utilizó la
episiotomía en el 86% de las mujeres con parto normal
(28)]. En Dinamarca, en el Hospital Universitario de
Aarhus, se realizó episiotomía en el 30% de todos los
casos (29).
Los “puntos”, pues, se han convertido en parte de la
“normalidad” de los partos. Los profesionales están convencidos
de aplicar una técnica que tiene sentido común,
y las mujeres la aceptan en la confianza de que eso
evitará desgarros, dispareunia e incontinencia postparto.
El error es que la episiotomía rutinaria se asocia al aumento
–no a la disminución– del trauma perineal y de
sus consecuencias y debe eliminarse de los protocolos y
de la práctica obstétrica (25-27, 29,30), pues es parte de
la medicalización innecesaria del parto.”

(extraído de Encarnizamiento diagnóstico y terapéutico
con las mujeres.
M. PÉREZ FERNÁNDEZ, J. GÉRVAS
Médicos generales. Equipo CESCA, Madrid. Semergen 25 (3): 239-248. http://www.equipocesca.org/wp-content/uploads/2009/04/encarnizamiento-diagnostico-y-terapeutico-con-las-mujeres.pdf)

Este artículo está escrito por un médico, y a su vez hace referencia a estudios que llevaron a cabo otros médicos. Espero que las estadísticas que manejan sean verídicas y no tengan interés alguno (desde luego económico no creo) en manejarlas amarillistamente.

Es mi opinión, y sólo mi opinión, que muchos profesionales sanitarios, como muchas mujeres, saben que en la atención al parto no se hacen las cosas todo lo bien que se deberían hacer. Yo no presupongo mala fe a nadie (aunque sádic@s los hay en todas partes, aquí también, tengo leído más de un testimonio que pone los pelos de punta); pero a menudo una mala formación, especialmente en fisiología (dicho por un ginecólogo jefe de un servicio de ginecología de un hospital importante) tiene a muchas nuevas generaciones bastante perdidos en el tema de lo que es un 'parto normal'.  Razón, por ejemplo, por la que ya no nacen apenas niños 'de nalgas' o gemelos vaginalmente: ya no quedan profesionales que sepan atender esos partos, y es menos riesgoso (para el profesional, principalmente) acudir a la cesárea. Los desgarros perineales ocurren, por supuesto, pero la experiencia en partos naturales  donde todo es verdaderamente natural, la mayoría de los que ocurren son leves. Tanto que apenas necesitan sutura, y otros cicatrizan por sí mismos, sin sutura alguna. No forzar el ritmo de las contracciones con oxitocina (cuando no es necesaria), no obligar a permanecer en la misma postura, no obligar a empujar (ni en dilatación completa, ni mucho menos antes de eso), no obligar a empujar en un potro en contra de la gravedad, hace y mucho en la prevención de desgarros (¿alguien ha oído hablar del reflejo de eyección fetal?)Muchas matronas sabían (y saben) técnicas de contención para prevenir (en lo posible) los desgarros.  Porque también está el factor tisular: si tus tejidos están de romperse, se van a romper igual. Aunque te empaches de aceite de rosa mosqueta un mes antes. Aunque tu matrona se deje las manos masajeándote (si es que tienes suerte de tener tanta atención, y lo aguantas). Y eso no es culpa de nadie, obviamente tampoco de los profesionales que te atienden. Y 'cortar por si se rasga', no se sostiene por si mismo. Si alguien está interesado en indagar más en este tema, recomiendo la página web Episiotomía.info.

¿Por qué tanto empeño en este tema? Porque para mi es una cruzada personal. Nunca, desde antes de estar embarazada, entendí bien la absoluta necesidad de esta 'operación'. Las mujeres que conocía me hablaban de 'peaje a pagar', de que 'los médicos saben', y a mi aquello me sonaba a 'esto es lo que se ha hecho siempre (¿siempre desde cuando?¿100 años?) pero nadie sabe muy bien por qué y se repiten los mismos mantras una y otra vez. ¿Por qué una mujer tiene que consentir, y agachar la cabeza, ante una mutilación de su cuerpo que no está claro que tenga un finalidad probada (más bien, y cada vez más, hallándose evidencias de lo contrario)?

Es una cruzada personal sin mucha causa aparente, porque a mi 'me fue bien'. Y por bien quiero decir que tuve suerte de tener buenos tejidos, los puntos no me molestaron excesivamente, y no he tenido secuelas de ella a largo plazo. Pero tenía mi sexo cortado, una vagina herida, que como muchas mujeres, ven horrible después de parir. Que las enfrenta a retomar unas relaciones sexuales con miedo al dolor, y para muchas de nosotras (nunca sabemos para quiénes), una absurdidez. Porque una gran mayoría nunca se habría desgarrado, y las que lo hicieran habría sido superficialmente. Y las que se hubieran desgarrado igualmente tendrían que sufrir esa recuperación, pero ¿por eso tenemos que sufrir prácticamente todas las secuelas de un corte? A mi me fue bien, pero a muchas, muchísimas mujeres no les ocurre lo mismo. Y viven en silencio y avergonzadas las consecuencias trágicas de un corte mal hecho. ¿Conocéis el término 'cesárea vaginal'? Pensad en ello.

episiotomiaSostener que la episiotomía es un corte TRIVIAL, sería como sostener que una circuncisión también lo es. Y no veo muchos hombres dispuestos a circuncidarse voluntariamente así como así, la verdad. Igual es que las vaginas tienen menos valor que los penes. Pero bueno, eso, tampoco son noticias, verdad? Y por supuesto, nadie ve la comparación entre la ablación del clítoris (eso es cosa de ‘otras razas crueles y machistas’) y la episiotomía.  Se argumenta que la primera sólo se hace para controlar a la mujer, para que no pueda sentir placer. Lo hace un sistema opresivo que odia a sus mujeres. Pues hasta donde yo sé, las consecuencias de una episiotomía pueden ser las mismas, desde la más leve forma temporal hasta de forma invalidantemente permanente. Ay, si muchas mujeres salieran del armario y hablaran… Pero claro, nosotros no somos parte de una sociedad machista, ni cruel con sus mujeres, ni que pretenda controlarnos… qué va. Eso es de otros países tercermundistas por ahí, ¿verdad? valiente pandilla de ingenuos.

Ah, y aclaro: machista no significa que lo hagan hombres personalmente a las mujeres, ahí viene lo más doloroso. Está tan normalizado e institucionalizado que hoy por hoy, son cada vez más  MUJERES las que ejercen esa violencia contra OTRAS MUJERES. Para tirarse de los pelos del mismísimo…

Yo lo único que pido es libertad, y que nos dejen decidir.  A los que queremos informarnos, al menos. El resto que se deje hacer sin más y ya está. La Ley del Paciente es tan desconocida como el Estatuto de los Trabajadores o el convenio laboral de cada uno. ¿Quién coño se lee esas cosas? pfffff los enteradillos y los sindicalistas, verdad? esos pinches incómodos.

Yo quiero ser atendida por un profesional con la confianza de que en lo suyo, sabe más que yo y actuará buscando mi beneficio (y no pondrá el suyo por delante), pero que no intentará imponerme cosas porque sí, sin explicación, ni me tomará por una analfabeta. Yo no soy médico, ni arquitecto, ni abogado, ni mecánico...pero vuelvo a decir: yo no soy una analfabeta. Sé leer. Tengo una titulación superior y modestia aparte, una buena capacidad de análisis. Y confío en esos profesionales hasta que me dan motivos para no hacerlo. Y si me los dan discreparé con ellos, buscaré segundas opiniones  y si soy estafada, reclamaré mis derechos. Y si mis derechos son vulnerados, denunciaré. Lo siento, yo no soy de esas de 'confío ciegamente en'. Yo no confío ciegamente en nadie. Por muchos dolores de cabeza que me traiga eso. Lo de 'esto es por tu bien' no va conmigo en absoluto.

Mujeres, despertad, rebelaos... no seamos borregas. Ni en esto ni en nada. No sigamos  la corriente 'porque sí'. Somos dueñas de nuestros cuerpos, para lo bueno y para lo malo. Hagámonos responsables de ellos, de su salud, de su bienestar, y también de sus patologías y contratiempos. Todo lo malo que nos pueda ocurrir no siempre es evitable por un profesional sanitario, y hay que saber de quién es cada responsabilidad.

Imagen:
http://www.lakodorniz.com/2009/05/16/episiotomia/

viernes, 21 de enero de 2011

Masoquismo menstrual :)

Voy conduciendo por la A-49. Es un sábado soleadísimo de invierno, por fin.  Aún me dura el último resfriado, y un molestillo dolor en la lumbar me jode y me alivia en la misma cantidad, pues ha sido una laaaarga semana esperando esta menstruación. Se me han juntado los mocos con la mega retención de líquidos y la paranoia ante un retraso que tenía de poco peligro a ninguno. Lo que viene siendo ‘una semana xunga’, vamos.

Decido poner algo de música, porque no hay Dios que encuentre la Kiss y que dure en ese trayecto. Y se me ocurre que Victor Manuel, y le digo a mi marido ‘pero las canciones nuevas’ (yo como previendo/intuyendo que el mal pudiera ser menor…).

Al momento, mi cabeza se evade. Hoy todo está bien. El resfriado remite, mi regla ya está aquí, todo está bien. Hace frío, han sido un par de meses jodidos con la mudanza, pero todo va a ir a mejor. Y ah! cuando llegue el verano, y el calor cordobéh azuce, huiremos.

‘Este año nos vamos de vacaciones a Asturias’. Decido y sentencio, todo a la misma vez.

Desde que nació Mateo he querido ir, y no hemos encontrado la ocasión. Echo mucho de menos mi tierra. Y ahora que estoy aún más lejos, me gustaría ir por más días que una visita relámpago. Me imagino en ese apartamento, no sé cuál ni dónde, cerca de la playa, me da igual que llueva, seguramente en agosto incluso será lo que vaya buscando. Si quisiera calor, me quedaría en Córdoba. Ah, también recuerdo una casa rural preciosa, dónde era… y me pongo a soñar.

Los primeros compases empiezan a ponerme en guardia, está a punto de ocurrir.

Empiezo a sentir un nudo en la garganta, y se me empiezan a empañar los ojos. Mierda, no, que voy conduciendo. No puedo evitarlo. De repente, pienso ¿y si para agosto estuviera embarazada otra vez? Ya no habría playa, no habría campo, no habría Asturias, ni nada. Quizá haya que pasar ese mes encerrada en casa, escapando a todos los olores, invirtiendo el tiempo libre de papá en cuidarme, de nuevo.  Las lágrimas se escapan sin que pueda hacer nada.

Estoy  aterrorizada, y a la vez, me muero de felicidad. Por muy hondo que quiera enterrarlo, mi deseo de ser madre de nuevo está ahí. Pero desde que hablé aquí de la hiperemesis, y he seguido leyendo e investigando, cada vez más he dejado de tener tan claro que quiera embarcarme en esto otra vez. Quiero, pero me da pánico. No tanto ya del sufrimiento físico en sí, que también, pero me da pánico por mi otro hijo, el que está aquí, por la incertidumbre de no saber si estaré en condiciones de cuidarle. Miedo de la soledad, de no saber a quién recurrir por ayuda (que sin duda tendrá que ser pagada). Miedo a que mi hijo me vea ‘así’, a no poder atenderle, a que no entienda qué me pasa, a que no sabe expresarse todavía, qué pensará si no tengo fuerzas para cogerle en brazos, o no puedo bajar al parque con él, cómo nos apañaríamos si tuviese que volver a estar ingresada en el hospital.

Se me siguen cayendo las lágrimas mientras escribo esto, pero sigo, porque lo necesito y porque sé que me va a ayudar (mira, pincha aquí)

Había puesta una ilusión en comenzar esta búsqueda justo estas navidades, por si sonaba la flauta de la super puntería y teníamos bebé de otoño… pero cuanto más se acercaba la fecha de las prácticas de tiro, menos claro lo veía, y más nerviosa me estaba poniendo. No puedo, no quiero, no soy capaz, aún no estoy preparada… como para añadir intriga, este mes llega con su retraso. Cuando se disipan las dudas, oh, qué alivio, menos mal, no estaba lista. Pero… qué pena… qué pena no sentirme lista. Porque mi cabeza insiste en que no, pero mi corazón está llamando a gritos a mi otro hijo, el que quiero que venga. Y, paradójicamente, eso me hace feliz. Me hace sentir VIVA. Siento que mi corazón se rebela, toda la vida haciéndole caso sólo a la cabeza: al menos ahora mi cuerpo le pasa el micrófono para que hable. Luego ya veremos lo que hacemos…

Es horrible vivir con miedo. Y creo que ufanamente pensé que sería capaz de superarlo. Y qué ciegos somos: el otro día leía algo sobre tocofobia, el miedo al embarazo y/o al parto, y pensaba oh, pobres, esto será algo muy común en primerizas, porque a algunas les cuentan tantas historias de terror que al final se creen que verdaderamente es algo digno de la peor película gore. Pero aquí estoy yo, que ya no soy primeriza, y con miedo a algo real, por lo que ya pasé. No es nada que me han contado. Es algo muy infrecuente, pero que sufrí en mis propias carnes. Yo me veía rodeada de tres o cuatro churumbeles, y ahora no estoy segura ni de poder quitarle el título de hijo único a Mateo.

Y yo sé de más que todos los comentarios que puede suscitar esto, son bienintencionados, el más frecuente, el de que todos los embarazos no son iguales. Pero yo no soy así. Las estadísticas no están a mi favor (es sólo un 1% de mujeres que sufre hiperemesis, pero son hasta el 50% y más las que tienen posibilidades de repetir en los siguientes embarazos).Yo no me puedo tirar a la piscina confiando en ‘la buena suerte’. Especialmente, porque no tengo red debajo. Si resulta que me tiro, y ‘la buena suerte’ no está allí, el panorama es desolador.

No sé muy bien si soy el hilo o la cometa
no sé si soy el corazón o la cabeza
nunca sabré si soy el alma o la materia
Si soy el palo, si soy la vela...
entre los dos nos inventamos lo imperfecto
con la apariencia de hacer siempre lo correcto
qué sabe nadie lo que nos pasa por dentro,
a quién le importa si yo te quiero

Suena la ‘Canción pequeña’, tan pequeña como tú. Sí, hijo… pensaba yo. Generalmente pasamos por la vida (real y virtual) con una sonrisa en la boca, intentando no airear demasiado nuestras miserias. Casi nadie sabe realmente lo que nos pasa por dentro. Y no sé si al alguien le importa, pero yo ciertamente te quiero.

Le pongo clave de humor, y mientras se evaporan esas lágrimas curativas, le digo a tu padre que todo está bien, que es sólo que  escuchar a Victor Manuel ‘en esos días’, para mí, es puro masoquismo menstrual :) para eso está el agua de los limpiaparabrisas, para ver después todo más claro. Ahora voy conduciendo mejor. Hacia dónde? Ya se verá.

caro conduciendopaletteknife

martes, 11 de enero de 2011

Somos dueños de nuestras palabras y esclavos de nuestros silencios

escolarizar en el hogar es otra opcion educativa Por el reconocimiento legal

Y al revés, también, me atrevería a decir.

Hoy traigo esta reflexión, después de encontrarme vía Facebook con un post del blog Homeschooling Spain, titulado “Contestando a Elvira Lindo”, que por supuesto, os recomiendo leer.

A través de este post, me dirigí al blog de la propia Elvira Lindo, para leer, entre sorprendida y divertida (yo), otra de sus entradas, “Noche de Reyes”. Cuya lectura también recomiendo, claro está.

¿Por qué sorprendida y divertida? Pues porque en esta entrada, me da la sensación la autora de que, en la Noche de Reyes, el único consuelo que tiene es el de que cualquier tiempo pasado (preferiblemente el de la tierna infancia) fue mejor, y describe 2010 como un annus horribilis. En el cual, viene a decir (aunque prefiero que cada uno lea la fuente original y saque sus propias conclusiones), que está muy triste porque la gente la ha puesto en muchas ocasiones ‘de vuelta y media’ a causa de las opiniones que vierte en su columna.

Punto de comprensión y empatía con la autora: creo que es verdad que, aprovechando muchas veces el anonimato que proporciona internet, hay gente que se pasa cuatro pueblos. Contestan a lo que tú opines solamente insultando u ofendiendo. Yo no soy más que una humilde juntapalabras bloguera, pero me queda claro que los comentaristas de este estilo no merecen, en muchos casos, ni atención ni respuesta.  Puesto que ellos mismos se desacreditan desde el primer renglón, pierden su derecho a ser escuchados. Y no deberían hacer mella en nuestra estima, eso desde luego.

Pero después, me parece a mi que Elvira cae un tanto en el fácil victimismo. De ‘jope, es que todo el mundo me lleva la contraria’. En el juego de la comunicación, cuando aceptamos sus normas, viene implícito que si nosotros expresamos nuestra opinión en voz (o palabra escrita) alta, los que nos escuchan (leen) podrán estar de acuerdo o no, y hacérnoslo saber. Por supuesto siempre de la manera más respetuosa que la educación de cada cual nos de a entender.

Opino que Elvira se ha metido en muchos ‘jardines’ últimamente, y no sé si casualmente o no, muchos de ellos relacionados con la m(p)aternidad, la crianza y la educación. No sé si es el tema de moda para crear polémicas entre medios de comunicación o es que, pasada su etapa de esos asuntos, ella personalmente los echa de menos y piensa mucho en ello. Tanto me da. Yo, como lectora ocasional de su columna, lo que me ofende no es su opinión(es), sino la poca documentación de muchas de las cosas sobre las que opina, llámese “crianza corporal” o educación y crianza respetuosas, concepto que claramente entra en el homeschooling que critica, reduciéndolo a opción de minorías extremistas conservadoras y padres que se consideran ‘dueños de sus hijos’. Me parece que esa reducción es simplista, falta de documentación y corta de miras, la verdad. Además, me parece que ha pecado de generalizar en exceso, meter a demasiada gente en el mismo saco mezclando, como se dice popularmente, churras con merinas.Y la contestación desde el blog de Homeschooling Spain me parece que da con el quid de la cuestión en muchos aspectos.

Al final esto da como resultado que, a pesar de estar de acuerdo en varias cosas (como que los padres no somos dueños de nuestros hijos, y que hay padres super asfixiantes que ahogan literal y metafóricamente a sus hijos), resulta que uno acaba sintiéndose acusado de creerse dueño de sus hijos y de ser super asfixiante. Por el simple hecho de pensar que dar el pecho es la mejor alimentación para un bebé, o que una alimentación equilibrada nunca estará a la altura de las ‘opciones de libertad’ que nos proporciona la comida basura, por estar dispuesto a pasar todo el tiempo posible con nuestros hijos cuando más indefensos son, o querer hacernos cargo de que tengan la mejor educación posible, proporcionada por nosotros mismos.

Yo no he sido una homeschooler, y aún no sé si seré madre homeschooler.La escuela me ha dado cosas positivas, pero también otras muy negativas, a pesar de lo cual mis prejuicios de antaño me hacían ver el tema de la educación en casa (y otros muchos) con las mismas ‘gafas de no ver’ que lleva casi todo el mundo, QUE SE ATREVE A JUZGAR SIN MOLESTARSE EN SABER, INVESTIGAR, INDAGAR. Guiada sencillamente por prejuicios, generalmente de índole clasista o política. Hace falta un esfuerzo extra y mucho valor para cuestionarse lo que uno no se ha cuestionado nunca, lo que cree que es incuestionable, para intentar comprender los argumentos que, desde el respeto, son distintos a los tuyos. Es muy probable que mis hijos acaben yendo a la escuela, también, pero como suelo decir, lo que finalmente hacemos a veces no se corresponde con ‘la mejor opción’ todas las veces. Es muy probable que, sabiendo lo que ya sé sobre la información reglada (y yo me preparé para impartirla), no la contemple como la mejor opción, ni como la única y desde luego no como la más completa. Es muy probable que acabe metiendo a mis hijos en el sistema porque cambien las circunstancias y no pueda tener el tiempo necesario, o me vea poco preparada, o lo que es más fácil: tome la determinación de que lo más cómodo es SEGUIR LA CORRIENTE. Como en absolutamente todo en la vida. ¿Cuántas de las decisiones que tomamos están verdaderamente basadas en lo que creemos que es más verdadero y cuáles en lo que nos es más cómodo a nosotros? Hace falta mucho poder de autocrítica y de ser sincero con uno mismo. Y no temer llegar a determinadas conclusiones, a ver toda nuestra imagen en el espejo.

Y para terminar, yo tampoco estaría excesivamente contenta de esos palmeros que se congratulan en tenerla ‘para su causa’. Esos que, también, se creen atacados por todo el mundo que no opina como ellos, y sueña con miles de comentarios en sus blog dándoles batalla (cuando la realidad es que pasan de ellos como de la mierda, yo no he visto que nadie les haga demasiado caso, la verdad). Hay complejos de superioridad que algunos deberían hacerse mirar por un especialista.

martes, 4 de enero de 2011

No chantajeemos, por favor.

Quedan apenas 48 horas para que lleguen los Reyes, qué nervios :)

reyes

He debatido un poco en otros blogs sobre nuestra opción personal acerca de la creencia en los Reyes y Papa Noel estos días. No tengo una conclusión clara, Mateo aún es demasiado pequeño, y agradezco tener al menos otro año para meditarlo. En principio es una ilusión que me gusta y que yo he vivido siempre, incluso desde que supe la verdad, muy muy temprano, con apenas seis años.

Me gusta la ilusión de que los niños, al menos una vez al año (y esto debería ser todos los días, como cuando reclamamos el excesivo mercantilismo de San Valentín), tengan toda la atención y el protagonismo, y sean  agasajados con regalos, independientemente del valor económico de los mismos. Creo que el espíritu de los Reyes Magos es ése, que cada uno de nuestros hijos es lo más importante y valioso que tenemos, y reciben regalos porque les queremos y porque estamos agradecidos de tenerlos con nosotros.

Pero en lo que definitivamente no creo, y prometo desde aquí firmemente no caer, es en el chantajismo. En el ‘¿HAS SIDO BUENO?’. Este año ya me he topado con él por primera vez, porque claro, es que, Mateo es ‘tan malo’… Tan malo porque es un revolvín, porque no para quieto un segundo en el mismo sitio, porque chilla, protesta cuando algo no le gusta. Y ya me ha tocado las narices. De malo mi niño, NADA. Mal@ serás tú, que eres capaz de tocarle a tu vecina/cuñado/hermana/etc. sus puntos más chungos sólo para joderle y verle la cara que se le pone. Mal@ serás tú, que eres capaz de hablarme con una sonrisa hipócrita y ponerme verde en cuanto salgo por la puerta con los que queden allí. Mal@ serás tú, que no soportas que a los demás les vaya bien en la vida (o lo que tú creas que te mereces más que ellos, a saber por qué). Un niño inquieto de 21 meses NO ES MALO. Ni de 3 años, ni de 5 ni de 8. Me apuesto la mano derecha (y la izquierda también) a que cuesta encontrar un niño malo por cada adulto horrible que conozco. Un niño con maldad, con mala leche, que haga las cosas a sabiendas del daño que hace (y los hay. Y en algunos casos sólo hay que estar un rato con sus padres para encontrar la explicación). Ser travieso, aventurero, alguna vez caprichoso, no medir las consecuencias de algunos actos (a esa edad!) no puede SER MALO. Y amenazar con que los Reyes ‘no te van a traer nada’ o ‘te van a traer carbón, porque eres muy malo’, es bastante bajo, la verdad. Los niños no hacen más que aprender que las cosas hay que hacerlas bien para que le gusten a otro (padres, abuelos, profes, Reyes Magos, el sursuncorda) y claro, bien, a lo que esos árbitros entienden por ‘bien’. Un término bastante relativo donde cada uno pone el límite desde el suelo hasta el techo.

¿Por qué no mejor enseñamos a los niños a que las cosas hay que hacerlas bien por el mero placer de hacerlas bien? ¿Porque hay cosas que son correctas, y uno se siente bien cuando las hace? ¿Por qué no les enseñamos a cuestionar si algo es correcto o no, o si sólo es una costumbre relativa? ¿Por qué no les enseñamos la diferencia entre travesura y maldad (que la hay, y bien grande. Generalmente, entra el arrepentimiento por en medio)?

Puf, qué dices, eso es mucho trabajo.

Pues nada, nada. Cada uno con lo suyo. Pero aviso dejo: al que me diga que mi niño es malo, no os podéis ni imaginar lo mala que es su madre. Mucho ojito :) Y menos ver la paja en el ojo ajeno y mejor mirar para dentro, que anda que no hay pajas en el propio.

Por cierto, aquí encontré una bonita campaña:

http://www.hassidobueno.org/

Mi firma ya está por ahí. ¡Felices Reyes a todos!