domingo, 8 de septiembre de 2013

Solo, llegas antes; acompañado, más lejos.


Un batallón se desplaza lenta y pesadamente, en silencio, sobre una estepa nevada...

Un soldado camina junto a sus compañeros. Intenta seguir el paso, a veces se queda atrás. Tiene un herida sangrante desde la última batalla, que logra contener apretándose con un puño.

Algunos compañeros, que le conocen bien, no le quitan ojo de encima. Saben lo que ocurre. Varios le preguntan que si está bien. Y él asiente con la cabeza, les sonríe. Todos vuelven a sus puestos.

Pero la marcha acaba haciéndose insoportable para este soldado y, en un momento dado, cae de rodillas al suelo, sujetándose esa herida, llorando, susurrando 'No puedo más, no puedo seguir, no puedo más...'.

Se siente desfallecer.

Casi no llega a tocar el suelo, cuando ya está rodeado. Un amigo, el más querido, le coge por debajo de las axilas y lo levanta. 'Vamos, vamos, yo te ayudo'. Otros más llegan, le abren la casaca. Le desabrochan con rapidez la camisa, ven enseguida su herida, porque ya saben dónde está... entre todos consiguen taponarla, y ya no sangra. Duele cuando la taponan, pero ya no sangra. Nadie sabe cuándo va a cicatrizar del todo, pero... es que eso es así. El soldado llora de emoción entre los muchos abrazos, palabras de ánimo. Sabe que no está solo, y sabe que no tiene que soportar en silencio su dolor.

Y con fuerzas renovadas, y la mirada limpia, que para eso sirven las lágrimas, sigue caminando, con paso decidido.



-----------------

Dedicado a mis soldad@s, conocidos y anónimos, por salir al quite sin dudar. Porque sin duda alguna el dolor que más duele es el que se sufre en silencio, el que puede parecer nimio. No lo olvidaré nunca, las lecciones enseñadas tampoco.

jueves, 5 de septiembre de 2013

El duelo: un viaje que no sabes cuándo termina

No tenía la expectativa de que esto fuera a durar un tiempo determinado, la verdad. La experiencia de las diferentes mujeres que han sufrido una pérdida (o varias) y de las cuales he estado más cerca, me decía que no era cuestión de días, ni de semanas, y que el proceso, cómo no, es distinto en cada persona.

Han pasado ya casi cuatro meses... y siento la necesidad de escribir esto por varios motivos.

Han pasado cuatro meses, y no estoy bien. Tengo días buenos, pero también tengo días horribles.

Cuando ocurrió todo, y cuando lo conté, siento que estaba inmersa en el proceso, y que vivir la pérdida de una forma fisiológica me dio una fuerza y una claridad de ideas inequívoca. Pero mi error entonces fue pensar que, como me parecía que lo había 'encajado' bien, el duelo no sería un proceso farragoso. Repito, me equivoqué. Supongo que fue tanto como asumir que una mujer que de a luz de forma natural no va a tener depresión posparto. Una memez. Y necesitaba decirlo en voz alta para que nadie se crea que por tener una buena experiencia en cuanto a lo meramente físico en una pérdida, está todo hecho. Ni mucho menos.

Mi recuperación física fue espectacular. Pero el 'puerperio vacío' me devolvió todos los miedos que mis pequeños habían conseguido alejar y otros pocos más, y ahí andamos, viendo quién gana la batalla. De momento, ganan ellos.

Otro motivo para escribir esto son dos necesidades: la de pedir perdón por mis muchos silencios, o ausencias que hay quien no pueda comprender, y sobre todo, la de agradecer (porque creo que no lo hago lo suficiente) a las personas que más me han ayudado en este tiempo. A las personas que no han dado por sentado que YA han pasado cuatro meses y debo estar fenomenal; a esas personas, las mismas, que cuando me ven, o hablamos, y me abrazan, se atreven a mirarme a los ojos y preguntarme 'Y tú? Cómo estás TÚ?', y la emoción me embarga hasta las lágrimas, de lo cerca que les siento de mi corazón.

Son muy pocas personas, pero si leen esto, y creo que lo harán, necesito deciros, aquí, en mi lugar de desahogo, GRACIAS, y OS QUIERO MUCHO. Ojalá hubiera más personas como vosotr@s en este mundo. Uno se da cuenta que no son personas al azar, son personas que tienen en común dos cosas: quererte mucho, y comprender, por haber vivido en carne propia o muy cerca, lo que es esto. Ojalá pueda devolveros siempre a razón de lo recibido.



martes, 21 de mayo de 2013

Qué difícil es decir adiós

Lo sabía poquita gente, pero la semana pasada aún estaba embarazada. El sábado hubiera cumplido 8 semanas.
Estaba pletórica. Era un embarazo muy deseado, traído por más serenidad que el deseo que trajo a Mateo. Fue un embarazo de cuento.
Sin rastro de mi temida hiperemesis, sin náuseas, apenas algo de revoltura si dejaba sentir el hambre… mucho sueño, mucha hambre, algo de cansancio y la deliciosa sensación de ver crecer mis pechos, con un poco de dolor (recuerdo que no tenía de mi primer embarazo).
Iba todo el día como pisando nubes. Pensé tantas veces durante esos días cómo se podía ser tan feliz; me pasaba el día observando a mi marido y a Mateo, sonriendo, tocándome la tripa, sonriendo… a veces también tenía miedo. Miedo de sentirme tan bien. A quienes hemos tenido otros embarazos muy difíciles, o al menos a mi me ocurría, nos cuesta creer que, de veras, podamos tener tanta suerte. Que todo sea tan fácil. Yo tenía un miedito pequeñito de que todo fuera demasiado bien (idea intrusa, alguien sabrá a lo que me refiero si lee esto).
Pero decidí, como dije en algún momento, que era un embarazo de CONFIAR y ACEPTAR. De mandar miedos a la mierda, de vivir realmente día a día, sin temer al mañana, sin hacer planes. Solo ser, y disfrutar cada día.
El viernes pasado, al ir al baño, me limpié un flujo un poco raro, y me dio muy mala espina. Llamé a mi marido, y fuimos a urgencias. Allí nos dijeron que se veían dos saquitos vitelinos y dos embriones… no teníamos ni idea de que fueran dos, y nos enteramos allí y así. Pero no tenían latido, y por lo que medían, eran una semana más pequeños de lo que les correspondía. Por un segundo quise confiar en el error ecográfico (que ocurre muuuuuuy a menudo, especialmente en esas semanas). Le médica me preguntó si mis reglas eran regulares, y le contesté que lo son, aunque suelo ovular más allá de los 14 días. Pero eso daba 3 o 4 días de diferencia en realidad. Me dijo que la hipótesis más probable era que se hubieran ‘parado’ la semana anterior. En mi confusión del momento le pregunté que entonces que se suponía que debíamos hacer, y me empezó a hablar de medicación. Y enseguida le dije que no, gracias, que prefería un manejo expectante. Y sin más pregunta ni explicación me dijo que volviera a los 7-10 para otra revisión ecográfica, a ver cómo había evolucionado todo.
Sobre la nula información que se me ofreció cuando dije que prefería un ‘manejo expectante’ es motivo de otra entrada, extensa, y que no voy a tratar aquí.
Volver a casa fue muy duro. Aunque quería mantener alguna esperanza, algo me decía que no había motivos para ella, y mayor aún que el dolor de ser consciente de lo que nos estaba ocurriendo, era el tener que contárselo a Mateo, que sabía de la existencia del bebé y estaba ilusionadísimo. Fue muy difícil, pero nunca quisimos esconderle la alegría y tampoco íbamos a esconderle la pena. Lo encajó como pudo, al principio con alguna confusión… y poco a poco aceptándolo.
El viernes no ocurrió nada más. Lágrimas y tristeza, pero no manchaba más, no tenía dolor físico.
El sábado por la tarde sí. Salimos un ratito a airearnos, y el paseo me propició las contracciones. Empecé a tener un dolor como cuando me dolía fuerte la regla (hacía tanto tiempo ya que no me pasaba) y a notar que se me iba mucha sangre. Volvimos a casa, seguí sangrando mucho, y al ratito, expulsé los restos de mis pequeñines. Al tenerlos en la mano me entró un llanto incontrolable, pero tremendamente reparador. Después, empecé a sangrar menos, y el dolor fue cediendo. El sangrado ha ido evolucionando a menos, y apenas tengo dolor. Físico.
Me duele el corazón. Me duele  mi útero vacío, que los echa de menos. Me duelen los brazos, de pensar que no les abrazaré nunca…
Me duele ver fotos de mellizos o gemelos, e imaginarme uno en cada brazo y uno en cada teta.
Tengo dolor. Pero no tengo sufrimiento.
No me pregunto ‘por qué a mi’, o ‘por qué ahora’. Conozco a muchas mujeres que han pasado por esto, y he vivido más o menos cerca su experiencia. Eso me ha ayudado a comprender que ese riesgo lo corremos todas. Yo también sabía que a mi me podía pasar ¿por qué iba a ser una excepción? esperaba tener suerte y que no fuera así… pero… la Vida tiene su propio plan. No es un consuelo, porque comprender eso, ni nada, no te va a devolver a tus hijos. Pero te ayuda a aceptar. A mi al menos sí me ha ayudado.
También me han ayudado las palabras de mi amiga Mónica. Nos escribimos (aunque le debo una llamada) y también me ofreció ver una ponencia que hizo para unas jornadas de muerte perinatal. Si alguien está interesado, podéis verla pinchando aquí. Creo que merece muchísimo la pena. Se titula ‘Gestión autónoma del dolor en el duelo por aborto’.
Y por último, he de decir que además de la pena, he sentido mucho agradecimiento. A la Vida, por haberme regalado la oportunidad de sentirla una vez manifestándose dentro de mi; a mis pequeños, porque el poquito tiempo que compartimos me regalaron momentos de felicidad, plenitud, compresión y liberación como no he sentido antes. Yo siempre digo que cada hijo viene, no con un pan, sino con una lección que enseñarnos bajo el brazo. Ellos también me la han traído, y nunca lo olvidaré. Agradecimiento a mi cuerpo sano, que ha sabido reaccionar tan bien. Para acoger la vida, y para despedirla. A mi pequeño útero, que ha servido de cuna durante menos tiempo del que nos habría gustado, pero ahí los ha tenido, y lo ha intentado…
Hoy cumplo 37 años. Y voy a celebrar que estoy VIVA, y que me pasan muchas cosas, buenas y no tan buenas, y que de todas tengo algo que aprender.
Y me despido con una canción. Esto es algo verdaderamente íntimo. Es una canción cuyo estribillo no se me fue de la cabeza desde que empecé a notar que mis pequeños se habían ido.
Os quiero, bebés. Vuestro papá y Mateo, el mejor hermano mayor del mundo, os queremos. Os echo de menos. Mi cuerpo os echa de menos, y siempre, de alguna manera, estaréis conmigo. GRACIAS por haberme elegido, GRACIAS por el regalo de vuestra presencia.
velas

viernes, 5 de abril de 2013

Burn-out maternal

article-1318531-0B079827000005DC-287_468x511

Ayer descubrí, gracias a uno de mis contactos de Facebook, un artículo titulado: “El agotamiento de las madres”. Y tanto por un momento personal reciente, como por la situación de varias mujeres a las que quiero mucho, llamó poderosamente mi atención.

Bien es cierto que el enfoque no me gusta del todo, pues sólo se centra en la experiencia de las madres que se quedan en casa (como si el agotamiento fuera exclusivo de esas mujeres), y desde luego no me gusta el final, que soluciona el burn-out materno con el retorno al trabajo remunerado (ja!). Pero me sirvió de reflexión, y ahora de pie para un análisis propio.

El agotamiento de las madres existe. Parece una obviedad pero no lo es, porque hay mucha gente que lo niega. La maternidad está tan idealizada, y más en el entorno de la crianza respetuosa, que pareciera que una madre no se puede agotar, y como resultado de ello, acabar siendo la madre que menos le gustaría ser a esa persona. Parece un estigma decir que, por momentos, el cuidado de tu hijo/a/os/as te agota.

Pero en el artículo se entremezcla el agotamiento por dos causas que a mi parecer son distintas: una es el cuidado de los niños, y otra las tareas de la casa. Conmigo no va lo de equiparar “ser madre”(ni siquiera en casa) con “señora de la limpieza”. Pero la autora del artículo sí lo mezcla, como si irremisiblemente una cosa fuera con la otra. Te puede agotar tener que hacer todo lo de la casa, te puede agotar cuidar de tus hijos a tiempo completo, o las dos cosas juntas, o ninguna (porque tengas, afortunadamente, toda la ayuda del mundo). Yo siempre he dicho que ‘MADRE EN CASA’ no es AMA DE CASA. Por más que al ser la persona que no trabaja fuera es lógico que tenga más carga que el que sí lo hace. Por tanto, una solución clarísima al agotamiento de las madres es, una vez más, la tan traída y llevada CORRESPONSABILIDAD de los padres. La tarea de ‘madre en casa’ no son 8 horas ni 10 ni 12, son 24, y no es comparable a ninguna otra jornada laboral. Por tanto lo suyo es que cada pareja, cuando vuelva a casa, haga lo que le toca. Tanto de la casa, como con sus hijos. Y en eso cada familia se debería poder organizar como mejor pueda, siempre buscando el equilibrio para que nadie acabe QUEMADO. Lo cual, añadamos, es dificilísimo en unas circunstancias socioeconómicas como en las que vivimos, en las que gran parte de ambos adultos en una casa están ya lo suficientemente quemados con sus propias jornadas de trabajo. Contra eso, no se nos olvide, también deberíamos de luchar.

Vaya, que no me vale eso de que ‘es que como tú estás en casa, como tú has decidido quedarte (la que lo haya decidido, otras muchas ni eso pueden), eso lo tienes que hacer tú, es TU tarea’. Y quien acepte esto, de entrada está siendo irrespetuosa consigo misma. Pero también con sus hijos, no nos engañemos, que el modelo de familia, como todos nuestros ejemplos, es con lo que se quedan. Tampoco se trata de pasarse por el otro lado (que casos hay): yo sólo cuido del niño, y cuando el otro vuelve de trabajar, le toca todo lo de la casa y si puede el niño, también claro. ¿He dicho ya la palabra EQUILIBRIO, verdad? Vale.

Pero la corresponsabilidad, a mi modo de ver, no es suficiente (y fíjate, con lo difícil que es de conseguir!). Está dicho hasta la saciedad que dos personas, solas, ni siquiera las más respetuosas e implicadas, dan a basto con todo. Y en los hogares donde no hay ni eso, apaga y vámonos :( A veces no dan a basto con un solo hijo, y difícil es imaginar con más de uno. Y ahí es donde entra la necesidad de TRIBU. Una tribu que, por nuestra forma de vivir, es ya muy difícil de encontrar. Muchas madres en los últimos años hemos conseguido encontrar una tribu ‘virtual’, a través de diferentes grupos, foros y redes sociales. Que son fuente de un apoyo emocional inestimable ante la soledad patente en la que muchas madres vivimos. Pero que no son ninguna solución real al ‘agotamiento físico’ porque, sencillamente, no podemos ayudarnos ‘físicamente’ las unas a las otras. No vivimos en la misma casa, muchísimas ni siquiera puerta con puerta. O en el mismo barrio. Esa cercanía que te permite que, los días en los que estás cercana a tu límite, puedas pedirle a alguien que si se puede quedar con tus niños una tarde. O que comparta contigo el puchero porque ni tiempo has tenido de ir a comprar ni hacer una comida decente. Que te escuche, y te abrace FÍSICAMENTE cuando lo necesitas… en ese clima, muchas madres no llegaríamos a ser los ogros feos que somos a veces. Las que pierden los papeles y gritan a los niños; a las que se les olvida que las amenazas no son el camino (por muy claro que lo tengamos); las que, con el corazón roto de pena, y dudando de nuestra aptitud para ser madres, añoran los tiempos en los que no tenían que ocuparse de nadie más que de sí mismas. Esos pensamientos no son reales. Bueno, SÍ son reales, pero no reflejan la realidad de lo que sentimos. Porque no cambiaríamos el vivir con nuestros hijos por nada más en el mundo, ni siquiera por volver de verdad a aquella época. HABLA EL CANSANCIO. Y la solución no es que los niños, o la casa, desaparezcan. La solución es la AYUDA. Las manos que hacen falta.

El burn-out maternal no es muy diferente del burn-out del ‘cuidador’. Las personas (en la inmensa mayoría, mujeres) que se hacen cargo de dependientes de toda edad y condición también sufren un agotamiento extremo. Cuidar, y más aún ‘biencuidar’, igual que ‘biencriar’, es una labor bella (si se hace desde la voluntad) pero muy a menudo es extenuante. Especialmente si el cuidador no es cuidado, y no tiene tiempo de cuidarse a si mismo tampoco.

Pero que no me digan que la solución es ‘volver a trabajar’, por favor :( ya está, lo fácil: abandona el cuidado y dedícate a algo que te distraiga y te devuelva ‘prestigio’ social. Habrá gente para la que sí es así, no lo dudo, y si para ellos eso funciona, pues perfecto. Pero para muchas otras mujeres eso no nos vale. Porque no queremos abandonar nuestra tarea de cuidado, ni distraernos ¡trabajando! O_o   yo si quiero distraerme me voy al cine, o a mi clase de danza del vientre, pero no a trabajar una jornada laboral que me aleje de mi hijo un mogollón de horas. Bastante nos aleja ya el colegio. Pero esa es solamente mi decisión, y mis circunstancias. Hay otras, y cada una con las suyas.

Y las madres que trabajan fuera de casa también se agotan. Las madres que yo conozco que trabajan fuera de casa van a mil todo el día. Mientras trabajan no se olvidan de sus hijos, están todo el rato organizándose, corriendo, de un lado para otro, al trabajo, a llevar a los niños a este sitio y a otro, listas de la compra, tareas de casa… son las víctimas de la odiosa doble jornada. Su trabajo les puede ofrecer, a algunas, dependiendo del puesto, sí, una ‘distracción’ del estar todo el día en casa, pero a cambio se llevan una ración de estrés añadido que las que estamos en casa (bueno, yo hablo por mi) no tenemos. Así es que, el que alguien ofrezca como solución al agotamiento materno que además, trabaje fuera de casa, me parece por decirlo de forma suave, poco menos que de pitorreo. Las madres, y los padres, trabajen dentro o fuera de casa, necesitan ayuda, sostén y distracción. Como cualquier cuidador. Y especialmente según se van haciendo mayores los bebés, y ya no son tan bebés, y no dependen en exclusiva de nosotros para todo. Yo no sé otras personas, pero yo hace ya un tiempo que necesito hacer cosas que no son dedicarme exclusivamente a mi hijo. Lo cual no quiere decir ni de broma que tenga ganas de volver a trabajar, claro. Lo que quiero decir es que necesito dedicarme a cosas que me han gustado siempre y que antes no podía hacer porque prefería estar con mi bebé. Podría ser trabajar, pero también podría ser estudiar, o dedicarme a la contemplación, o lo que sea. Mi hijo cumplió 4 años el pasado anteayer, y malas noticias señora Badinter: yo soy una de esas vagas mantenidas acomodadas* que siguen sin tener ganas ni necesidad de volver a trabajar :) necesidad propia, de autorrealización (de la económica seguimos como siempre, nos llega). Yo pensé que a estas alturas ya me habrían vuelto las ganas: mi niño mayor, escolarizado y todo eso… pero la verdad es que no. Por un lado, en realidad, porque mi deseo sería ser madre otra vez, y vivir con el siguiente lo mismo que con Mateo. Y por otro lado, porque cada vez soy más anarquista y pienso que eso de trabajar para realizarse o para ser independiente es una falacia. Yo me sigo sintiéndome la mar de realizada y de independiente, gracias. Volveré a trabajar cuando lo necesitemos económicamente y ya está. De momento sigo viviendo estupendamente.

*Lo de ‘vagas mantenidas acomodadas’ es una ironía fina que le dedico a las que, estando en mi misma situación, o habiéndolo estado, caen en la tontería de criticar a quienes hacen lo mismo (no sé si oyen las piedras en su propio tejado o no). Ah, y a las que no están en la misma situación y juzgan, también. Arrieritos somos, reinas, queda mucha vida por delante. No sabe nunca una cómo se a a tener que ver en un futuro…

Imagen:
http://www.dailymail.co.uk/home/you/article-1318531/Beware-baby-burnout-What-family-life-leaves-frazzled.html

jueves, 7 de marzo de 2013

Aprendiendo a 'Sacarme Partido' :)


He decidido volver a mi pobre y abandonadito blog con una experiencia reciente que he tenido. Que además viene al pelo con la fecha de mañana, 8 de marzo.

Es una pequeña reflexión sobre la mujer  y la belleza. Espero que no la típica.

Mi amiga Nohemí Hervada dirige unos talleres, presenciales y online.  Uno de ellos, el Sácate Partido, siempre había llamado mi atención. Pero como desde la negación, porque si hay algo en lo que creo que yo soy experta es, precisamente, en no sacarme partido de forma alguna J Yo reposteaba la info en facebook segura de que, dirigiéndolo Nohe,  sería un buen taller y podría haber muchas interesadas entre mis amigas. A mi misma me daba curiosidad, pero como yo le expliqué a Nohe, no me animaba a participar por mi ‘natural’ desaliento. Ese ‘pa qué’. ‘Pa qué, si no me va a valer para nada, si es que yo me conozco y luego no voy a aplicarme el cuento’. Ella me animó a participar y finalmente lo hice. Vaya que si lo disfruté.
Me gustó mucho la información y los tips, la organización del taller, cómo se explica ella… y el resultado más valioso para mí, en primer lugar, hacerme pensar.

Yo soy de esas mujeres que piensan que la belleza está fundamentalmente en el interior. De hombres y de mujeres. Y que, particularmente en las mujeres, la belleza es una suerte de excusa para el sometimiento. Nos llenan la cabeza con la tontería de ‘ser’ y ‘estar guapas’ desde la cuna. Es una condición para gustar. No para gustarse (en primera opción) sino para gustar a otra persona. Y desde esa creencia, la de que la belleza está en el interior, la belleza de lo exterior siempre me ha parecido superfluo y una frivolidad.

Creo que en esto siempre ha influido mucho el que yo nunca me he sentido guapa. En los papeles que nos toca vivir en esta vida, a mí me tocó el de ‘niña lista’.  Y ahí era donde sentía que tenía que destacar. Ni era guapa, ni iba a serlo, así que ¿para qué perder tiempo fingiendo que podía pretenderlo?

Luego vino la rebelión, y el encabronamiento. Si para gustar había que ser una muñequita, pues mejor no gustarle a nadie. Lo que siempre he visto una injusticia es que el mundo de las mujeres gire alrededor de su belleza, de la que depende su aceptación y su atracción, y el de los hombres no. ¿Para qué tantos esfuerzos, si ellos no se tienen que esforzar en nada?

Así que me colgué la etiqueta de ‘poco presumida’ y ‘descuidada’.  Soy la típica que sólo se pinta en las bodas y fiestas muy especiales (a veces ni eso), que no se pone jamás una crema, que casi nunca lleva tacones, que va a la peluquería una vez al año, con suerte, y que compra ropa en su mayoría funcional y la imprescindible.  La que piensa que con ir limpia ya basta.  Austera y espartana J porque lo que importa, va por dentro.

Bien. Pues el taller de Nohe me ha servido para tirar de un hilo. Porque aunque yo estuviera conforme con mi forma de ser (claro!), algo no acababa de cuadrarme. Porque aunque eso fuera lo que yo opinaba, a veces, me pillo mirándome furtivamente en el espejo y diciéndome ‘Ya te vale’. En los últimos tiempos, desde el nacimiento de mi hijo, he venido sufriendo un cambio significativo. Un trabajo de aceptación de mi misma, de mi persona, de mi imagen. Una especie de reconciliación. En un momento de mi vida en el que, aparentemente, no necesito hacer ‘nada’ para gustar, porque ya conseguí gustarle a alguien lo suficiente, descubrí que lo que necesitaba por fin era gustarme a mí misma. Lo que no había hecho nunca,  vamos.

Hace algunos meses, a raíz de una lectura que me gustó muchísimo, “Las chicas buenas no toman postre”,  y el emotivo artículo de ‘Mamá entra en la foto’, me dije un gran ‘ya basta’. Ya basta de no quererme, ya basta de no gustarme, ya basta de exigirme ser quien no soy. Ya basta. He ido haciendo pequeñas compras, intentando hacerme con prendas de colores y motivos alegres, y salir por fin del permanente ‘luto de las gordas’. Me he cansado de ser invisible.

Pero claro, es un gran cambio, y los grandes cambios no se dan de un día para otro. Había avanzado con la aceptación, con el cambio de color (o sea, del no color al color)… pero seguía arrastrando el pesado lastre de ‘yo es que no me arreglo’.


El taller de Nohemí me ha llevado a la conclusión de que arreglarse para resaltar lo mejor que cada uno tenemos no es una frivolidad, sino casi una necesidad. Porque todos necesitamos belleza, igual que necesitamos bondad. No el concepto de belleza estereotipada que nos venden en los medios, pero sí belleza. Armonía. Eso pasa por una buena salud, y un buen aspecto. Podemos  ser muy buenas personas, pero lo que otros perciben de nosotros a través de la imagen es mucho y muy importante también. Y lo que percibimos nosotros acerca de nosotros mismos! Qué importante para quienes trabajan o pasamos mucho tiempo en casa, quitarse el pijama,  y tener aunque sea un mini ritual de cuidado… J

Otra de las razones por la que en los últimos tiempos he renegado aún más de la cosmética es porque no soporto echarme potingues con montones de tóxicos.  Uso pastilla lo más ecológica y artesana posible, e igual con el champú, el dentífrico, el desodorante… mi excusa para no echarme cremas era no ponerme mierdas, pero eso, era una excusa, porque hoy existen buenas alternativas limpias y respetuosas con el cuerpo. Así que he hecho una pequeña primera inversión y he comenzado por lo más difícil para mí: el hábito J cuando sólo tenía un maravilloso cacao de labios hecho por una amiga, empecé a dármelo cada noche, antes de acostarme. Cuando tuve mi nueva hidratante, también. Y así, poco a poco, espero ir poniendo en práctica los consejos que saqué del taller.

Y comprendí que este cuidado no es sexista, ni exclusivo de las mujeres. Querer destacar lo mejor de uno mismo no tiene sexo.  Comprendí que el cuidado, y el mimo para con una misma no tienen que ver con la obsesión ni por la moda, ni por la delgadez, ni por la estética, que es lo que verdaderamente tiraniza a las mujeres y las vacía de contenido.

Y desde aquí, finalmente, quiero volver a agradecerte Nohe que me animaras a participar, porque esta reflexión me hacía mucha falta ;)





lunes, 3 de diciembre de 2012

El debate científico sobre la realidad del sueño infantil

“La irrupción de la ciencia en la cultura popular tendrá unas consecuencias insospechadas en la vida cotidiana de la gente"

Eduard Punset

Dos mujeres científicas españolas, María Berrozpe, doctora en Ciencias Biológicas, y Gemma Herranz, doctora en Ciencia e Ingeniería de Materiales, aúnan su experiencia investigadora con su condición de madres y nos ofrecen esta puesta a punto acerca de la realidad del sueño de los bebés humanos.

Cada familia actúa como mejor sabe o puede, pero estamos seguras de que la información de calidad es una herramienta indispensable para hacer una elección consciente sobre las alternativas más saludables y felices para nuestros hijos a corto y largo plazo, y para la convivencia familiar y social en su conjunto.

Los expertos que trabajan como prescriptores y divulgadores de salud: pediatras, médicos, matronas, psicólogos, orientadores, educadores infantiles, periodistas, revistas y empresas editoriales... están éticamente obligados a mantenerse actualizados, a separar sus creencias personales de las evidencias científicas y por lo menos a reconocer las distintas aproximaciones que existen al respecto y sus correspondientes sustentos empíricos, científicos y/o culturales.

Con este estudio comparativo y su exhaustiva revisión bibliográfica -publicado en formato blog de modo que pueda actualizarse periódicamente y ser accesible a todo el mundo- las autoras pretenden contribuir a que tanto padres y madres como profesionales de la salud y la pedagogía, tengamos acceso fácil pero serio a la información relacionada con este tema, y podamos comentar, aportar, difundir… y finalmente comprender entre todos de qué se trata el “problema” del sueño con nuestros niños.

¡Estamos de enhorabuena!

NO DEJES DE VISITAR EL BLOG AQUÍ:

WWW.SUENOINFANTIL.NET

jueves, 11 de octubre de 2012

“Un culete independiente”. Antes fue Dodot, ahora la editorial SM

maltrato-infantil-circulo-vicioso-L-m_WwEJ
La violencia es algo que puede verse o no verse. Puede ser invisible, e incluso aceptada, y afortunadamente también puede pasar a ser visible y firmemente rechazada.

Esta ‘visibilización’ y ‘rechazo’, tengo la sensación de que va ocurriendo por colectivos y por etapas.  Aunque sigan quedando rastros de ella por doquier. Porque es como los piojos, o cualquier infección mal curada, que cuando te das cuenta salta por otro rincón. Se prohibió la esclavitud y el maltrato de un hombre sobre otro hombre; se concedió la ‘libertad’, pero se obligó a la gente de otros colores a vivir confinados en parcelas donde no resultasen amenazantes; se prohibió el castigo físico en las escuelas, pero no se ha podido erradicar la violencia en las aulas, ni más tarde en la calle. Los maestros tienen prohibido pegar, pero no los policías (de rabiosa actualidad). La violencia machista hasta hace cuatro días no existía, existía el “mi marido me pega lo normal”, el “si le pegó / la mató, por algo sería” y lindezas por el estilo que cualquiera de mis contemporáneos entenderá de sobra.

Pero la única violencia que sigue pasando inadvertida, invisible, apenas denunciada ni perseguida, y más aún, DEFENDIDA por muchos sectores de nuestra sociedad, es la violencia hacia los niños.
Los niños son ciudadanos de 3ª (cuando tienen mucha suerte). A menudo son concebidos y desde entonces ya se les trata como objetos de decoración. Algo que quedará bien con tal ropita, y en esta habitación, y en este colegio. Cuando creemos que un hijo es algo de nuestra propiedad, ya le estamos cosificando. Y nos estamos atribuyendo derechos sobre ellos que no tenemos. Sé que hay gente a la que le sonará fatal, pero nuestros hijos NO SON NUESTROS. Vienen de nosotros, pero no son nuestra posesión. Ni nosotros pertenecemos a nuestros padres, ni ellos a los suyos.  Los hijos son personas que vienen a nuestra vida para que les acompañemos de la mejor manera posible en su crecer. No vienen a cumplir nuestros sueños, ni a parecerse a nosotros, ni a ser nuestros miniyos. Y en ese ‘acompañar su crecer’, la violencia debería estar totalmente prohibida. Desde luego la violencia física, pero igualmente la verbal, la psicológica, la emocional… la semilla de la violencia está en nuestra primera edad. Y hay muchas formas de sembrarla. Desde la negligencia (abandono emocional en todas las formas imaginables), hasta el maltrato físico. Lo siento, no estoy en la línea tan de moda de ‘criminalizar’ a los niños. No estoy de acuerdo, ni con expertos ni con profanos, que se dirijan a los niños como monstruos, o tiranos, o terroristas. Me parece lo más del fascismo adultocéntrico. Si los niños SE HACEN monstruos o tiranos, siempre hay que poner la lupa en dónde y cómo se crió. Sí, hay que poner la lupa sobre los padres. Dejemos de una jodida vez de tirar balones fuera. Los niños, por su naturaleza, por su vitalidad… pueden ser más o menos movidos, más o menos inquietos, más o menos traviesos, o aventureros… pero eso no los hace ni monstruos ni tiranos. Los monstruos y los tiranos SE HACEN de otra forma…

Y por favor, que nadie me hable de obediencia. No creo en la obediencia. Así que con eso ya lo he dicho todo. Claro, yo a veces también quiero que mi hijo quiera hacer las mismas cosas que yo quiero que haga, pero no espero que me rinda ‘obediencia ciega’, la verdad. Ni a mi, ni a nadie.

Mucha gente, aún hoy, aún gente de mi edad, aún incluso gente más joven que yo, cree que ‘un cachete a tiempo’ es válido para EDUCAR. Para mí, los golpes, el más liviano, sólo sirven para embrutecer. Para crear odio, y para crear inquina. Los golpes duelen, e incluso el que menos duele, HUMILLA. Hacen sentir inferior a quien los recibe, y no enseñan nada. Bueno, sí, enseñan que el más fuerte se los puede dar al más débil, y enseña a crecer rápido para poder defenderse, o devolvérselos a alguien. El golpe es un recurso del que se ha quedado sin recursos, más aún cuando a quien pegas es más débil que tú. Que parece una premisa incontestable, excepto que se trate de tus hijos. No se debe pegar a un adulto más débil que tú (una vieja, un discapacitado). Pero un niño es diferente. Si es tu hijo, no le estás pegando, le estás educando, claro…

A mi se me ha ido muy poco la mano, excepto algún toque en el pañal, y algún manotazo en las manos. De los que me he arrepentido desde el segundo en que los propiné. Y de los que tengo la absoluta certeza que detrás estaba mi falta de recursos ante la situación que creara mi hijo (o lo que yo llevaba encima). Que además nunca jamás han sido cosas graves (lo que tampoco sería atenuante) en forma alguna. Y por los cuales siempre le he pedido perdón a mi hijo, y he intentado explicarle por qué la situación se me ha ido de las manos. Yo no soy Gandhi. Soy un ser humano con sus circunstancias. Pero yo elijo ‘cortar’ con la semilla de la violencia. Elijo no seguir justificándola. Elijo esforzarme en buscar otras vías.

Todo este runrun anterior sirve para contextualizar su porqué mismo. Hace algo más de una semana, me encontré por recomendación de una amiga con la página ‘Caricias en cuentos’, que parece ser el proyecto de una profesora de primaria para el fomento de la lectura. Y en ella me topé con este cuento, “Un culete independiente”. Cuando lo leí, me quedé petrificada. No podía salir de mi asombro. Me pareció atroz. Me pareció atroz que un cuento infantil, recomendado a partir de la tiernísima edad de 3 años, estuviese ahí, para ser instrumento de justificación y normalización de la violencia hacia los niños por parte de sus padres.  Sin pincháis en los enlaces, podréis leerlo vosotros mismos.

Claro, a la gente que sigue estando a favor del ‘una buena ostia a tiempo quita muchos problemas’, este libro le resultará gracioso, y hasta educativo. No es mi caso. Y siendo así, decidí dirigirme a su editorial, nada más y nada menos que la afamada y omnipresente en escuelas y estanterías infantiles SM. Lo hice en su muro de facebook, y el que quiera puede leerla aquí. La repitieron en la página web de dicho libro, ante la avalancha de comentarios. Y no ha hecho más que encender más aún los ánimos. Pues como se puede ver, ellos no ven ningún problema en el libro. Creen que es ‘una oportunidad para el diálogo’, y yo me meo de la risa (si es que me dieran ganas de reírme, que no me dan). En la página de Caricias en Cuentos se puede ver un ejemplo de la ‘actividad complementaria’ para hacer con el libro, y a ver si alguien ve alguna oportunidad para nada. Usa un relato cruel, que intenta pasar por humorístico, para enseñar a los niños los colores y las partes del cuerpo. Fin. ¿Dónde está el diálogo????

(Nota previa a la publicación de este post: cundo estaba buscando la página para linkearla, acabo de darme cuenta de que su autora la ha borrado. Si pincháis, veréis que la página ya no existe. Podéis verlo aquí)

He intentado ponerme en contacto con la autora de la página donde lo descubrí, como ya he dicho, ‘Caricias en Cuentos’ (Caricias en cuentos, y recomienda un libro donde se pega a un niño, no deja de parecer bastante incongruente). Pero debe estar muy ocupada, porque le dejé un comentario que, ni ha publicado, ni ha contestado (lo que ha hecho es hacer desaparecer el post entero sobre el libro. Y doy fe de que ayer aún estaba ahí). También me dirigí a ‘Un libro por la paz’, proyecto de otro centro educativo español, cuyo genial propósito de recoger libros para niños que no tienen fácil acceso a ellos, se ve empañado por la recomendación de este esperpento, además en boca de uno de sus jóvenes lectores. Podéis verlo aquí. Ahí tuve problemas para dejar el comentario en la página, no me dejaba, y les escribí un correo. Que de momento, tampoco ha contestado nadie.

Hasta donde he podido saber, esta lectura es parte del plan de estudios en las clases de primaria de algunos colegios. Es una lectura obligatoria, en muchos casos. Y que en muchos casos se les ha leído a una edad mucho más temprana que en primaria. Tanto, que hay madres que a raíz de enterarse de esto, han descubierto ‘de qué demonios hablaban los niños’ acerca de un tal César y su culo (pues eran tan pequeños que aún no sabían ni reproducir lo que les habían leído…).

Creo que esto no debe quedar impune, la verdad. Yo puedo entender que el libro fue publicado antes de que en nuestro código civil se prohibiera a los padres utilizar la fuerza física para castigar a sus hijos. Pero a la editorial parece no importarle demasiado. Y creo que como sociedad que quiere (o debería querer) ser menos violenta, deberíamos andar los pasos para que así fuera. Si gritamos y pegamos a los niños, no hace falta que sean palizas, ellos gritarán y pegarán. Porque es lo que NOSOTROS les estamos enseñando. Y si no lo hacen, muchas veces no será porque no tengan ganas, sino porque temerán el castigo, y así reprimirán su rabia, y sabe dios cómo la expresarán. No les estaremos enseñando a solucionar los conflictos, a hablar, a ponerse en el lugar del otro.

Si a alguien le enoja el tema lo suficiente, le ruego que haga algo. Lo que sea. Aportar su comentario o su protesta, lo que se le ocurra. Yo pienso seguir haciendo ruido. Lo siguiente que voy a hacer es poner esto en conocimiento del colegio de mi hijo, para saber si está en su plan de estudios, y para conocer el sentir de los docentes al respecto. Y por supuesto voy a elegir muchas otras editoriales infantiles maravillosas que sí ponen cuidado en elegir los valores que transmiten en sus cuentos.

Desde aquí quiero volver a dar las gracias a todas las personas que han contribuído dejando su sentir en las redes sociales, la página de SM, y diversos foros y grupos. Y a otros bloguer@s, como:

-Ramón Soler, “El culete independiente. Pedagogía negra en acción”
- La doctora Pastelina, en “Una cara independiente”
- Armando Bastida, en “Un culete independiente: cómo asustar a un niño con amenazas de ‘calentarle’ el culo si no obedece”
-Can-Men, en “Críticas al cuento ‘Un culete independiente’ de la editorial SM por apología del azote infantil”
- el hilo de Crianza Natural: http://crianzanatural.com/forum/forum_posts.asp?TID=178768&PID=2951470#2951470

Podéis dejar comentarios en:
-el muro de Facebook de la editorial: https://www.facebook.com/LiteraturaInfantilyJuvenilSM/posts/286015458165754?notif_t=like
-en la página oficial del libro en la página de SM: http://www.literaturasm.com/catalogo_General.html?libro=ES22791&idCat=172

Y donde cada uno crea…

Imagen: http://es.paperblog.com/maltrato-infantil-circulo-vicioso-1424902/

Edito para corregir (15/10/2012): la autora del blog, Maribel Martínez, borró el post sobre "Un culete independiente", puso otro cuento, y en su primer comentario ella misma ha dejado estas palabras:

"ELIMINADO EL CUENTO "Un culete independiente"
Escribo en otro libro sobre la publicación del libro citado ya que al eliminar la entrada no puedo hablar en la misma. He recibido un comentario sobre dicho libro que me ha dado una visión desde la que yo no lo enfoqué y como creo que tiene toda la razón del mundo he decidido eliminarlo del blog. GRACIAS POR VUESTROS COMENTARIOS!!!"

Te dí las gracias en tu blog, Maribel, y vuelvo a dártelas aquí. Rectificar es de lo más sabio que sabemos hacer. No esperaría menos de una persona con sensibilidad que trabaje con niños :)