Ostras!!! qué ha sido eso??? :)))
Una contracción. Una contracción ‘de las de verdad’. No aquellas de Braxton Hicks que tenía hasta ayer, que se te ponía la tripa dura y ya está. Cómo pinchaaaaaaaaaa.
Me levanto (y no sé que aún me quedan 32 horacas para ser madre!!! jajajajajaja) ¿Habrá sido una casualidad? voy a esperar… ostras, que no, otra! y al ratito, otra. Y desde luego, mucho mejor de pie, o sentada, que tumbada. Intento calmarme, respiro profundamente cuando llegan y funciona. Y ya me digo a mí misma ‘yo no he hecho esto antes, pero yo diría que estoy de parto’ XDDDDD
No sé cuánto tiempo paso en el salón, vagabundeando, hasta que me decido a llamar al papá de Mateo, que dormía plácidamente hasta ese momento. Le cuento la situación y no recuerdo muy bien, pero creo que tardó en enterarse más o menos lo que cualquier otro día… una hora o así después de levantarse de la cama :)))) y yo le pregunto, qué inocente ‘¿desayunamos?¿podré comer?¿me dará tiempo?’ (y luego, ¿y comer?, ¿y merendar? ¿Y cenar???). Pasamos la mañana contando contracciones y apuntando, en un papelito que aún tengo guardado en la cartilla de embarazo y que ahora no sé dónde coño está (desastre de casa). Pasamos el día tranquilos, en casa, porque yo tenía un miedo bastante idiota a salir y romper aguas en la calle (lo mismo por si se resbalaba algún vecino!), con lo bien que me habría venido el paseo… vemos la tele, me pateo el pasillo, sigo respirando profundo, merendamos, y seguíamos apuntando, porque variaban los tiempos, pero aquello no paraba. Y era jueves. Cenamos y vemos Águila Roja :) la cosa empieza a apretar y pienso en meterme en agua calentita un ratito. Y al principio bien, pero luego me encuentro incómoda en la estrechez de la bañera, no encuentro postura. Como las contracciones empiezan a juntarse cada 5 minutos, decidimos marcharnos para el hospital.
3.13 am del 3 de abril.
Justo 24 horas después, ingreso en el hospital. Y aquí se acaba la relajación de mi parto, que hasta aquí, había sido bonito y tranquilo. Me exploran. ‘Estás de 3 cm, casi 4’. Ponte aquí. Quítate las bragas. Me afeitan medio chichi (no veas después qué trabajito pa’ igualarlo…). Tú tienes que esperar ahí fuera –a mi marido-. Tú, ven para la habitación. La habitación de dilatación es enorme, una habitación como las de planta, pero con una sola cama. Una enfermera o comadrona, no lo sé, viene y me dice que me tumbe, que me tiene que poner un enema. Le intento decir que vengo ‘cagada’ de casa (en palabras más finas, que también sé) y si puede no ponérmelo, pero me dice que no. Que también venía ‘cagada’ nosequién, y ha puesto todo perdido. ¿¿¿¿??? Que esto es más cómodo para todos, para ellas y para mi. Me dan ganas de decirle que sólo es más cómodo para ellas, pero me callo, total para qué. Le ponen las cuñas y limpian a mucha gente, pero a una parturienta no pueden? ¿les dará más asco? ¿se lo prohibirá su religión? No me tongarían con el cuento de las infecciones: ya he leído a médicos en el PubMed que han demostrado que la aplicación de enemas para que las mujeres no evacuemos durante el parto no influye a la hora de evitar infecciones. Y como es molesto e incómodo para las mujeres y puede causar hiperdinamia uterina, se desaconseja su uso. En el Clínico no han debido leer este paper. La matrona nos había dicho que sería un microlax, pero resulta ser un enema Casen de 250. Echo hasta lo que no me he comido todavía (luego quieren que lo hagas antes de darte el alta, a alguna con amenaza de dejarla allí hasta que no cague, surrealismo puro). No me puedo levantar de la taza del váter en casi 40 minutos, y entre medias me empiezan a dar unas contracciones de escándalo. La misma señora de antes me dice que me de prisa en salir del váter, que qué estoy haciendo ¿¿¿????, ‘que me tienen que pinchar el antibiótico que no va a dar tiempo’. Intento mantener la calma, pensar que sólo está haciendo su trabajo, pero estoy desancajada. Cuando por fin puede entrar mi marido, al que se le desencaja la cara al verme es a él. Pálida como una muerta y con una tiritona incontrolable. Sin sentir frío ninguno. La ‘gran cagada’ me deja las piernas que no me tengo casi de pie. Y tiemblo tanto, sin capacidad de serenarme a mi misma, que pierdo el control de las contracciones. De repente, ya, ni sé respirar, ni nada. La (esta vez sí) matrona que viene me dice que me tengo que calmar, que estoy muy nerviosa. ¿¿¿??? intento dejar de temblar, pero no puedo. Me ofrece ponerme la epidural, que ya tengo la dilatación suficiente. Yo no quiero, quiero intentar aguantar lo más posible sin ella, y de hecho lo que me gustaría es no ponérmela en absoluto. El dolor empieza a poderme, y me la ofrecen hasta dos veces más, y al final, acepto, porque siento que no puedo más. La anestesista es maja, y me pincha muy bien, no siento nada de dolor ni de incomodidad. Y enseguida noto un gran alivio. Tanto que empiezo hasta a sentir el hambre que tengo. Ahora ya, tienes que estarte en la cama, y lo más quietecita que puedas para que no se te mueva el catéter de la espalda. Y monitor continuo, claro. Al rato, empiezo a sentir muchísimo dolor en el lado izquierdo. Siento cada contracción, todo en el mismo lado. Contracciones que se salen del gráfico sin tener ni oxitocina pinchada (menos mal…). Creo oír que será que es que ‘se me ha ido al lado derecho, claro, es que se habrá movido’ ¿¿¿¿???? me dicen que intente echarme hacia el lado contrario. Lo poco que puedo, desde luego no funciona. No hay más solución. El tiempo pasa, aunque yo no sé cuánto. Voy avanzando, me dicen los centímetros. Vienen a romperme la bolsa. Que siendo estreptococo positivo, no sé a qué viene, no se supone que protege al niño? el líquido sale un poco amarillento, oigo que hay algo de meconio. Pasa más tiempo, y parece que hay un susto con el latido de Mateo, que está haciendo no sé que. ¿Bradicardia, puede ser? Yo no sé lo que es, pero me pongo nerviosa, y pienso que es por culpa de haberme puesto la dichosa epidural. Y ‘es que no baja, no baja, está muy alto’. Cómo coño no va a estar alto, si debo llevar 6 horas medio tumbada, sin moverme… Me dicen que me ponga de lado, y que cuando llegue cada contracción, empiece a empujar. Yo no sé si estoy dilatada del todo, e intento empujar con las contracciones, pero no siento ganas de empujar. Ni las sentí en ningún momento. Me toco un poquito, como con miedo, y noto lo abultado que está. Pasa más tiempo, y vienen a buscarme. Cambia el turno, mi matrona se despide y dice que siente no estar conmigo hasta el final, que pasará a vernos el domingo por la planta. Viene otra. Ya estás lista para ir a paritorio. ¿Ya? No tengo noción del tiempo, me parece que es hasta demasiado pronto. Juro por Dios que no sé si fui en camilla, en silla o me llevaron entre dos, lo que sé es que por mi pie no iba, porque tenía completamente dormida la pierna derecha. En la cama de paritorio me dicen que empuje cuando sienta el pico de la contracción, e intento hacerlo a pesar de que el dolor a veces no me deja ni empujar, porque además, sigo sin tener esas ganas irrefrenables de hacerlo que he oído a otras mujeres que se sienten cuando llega el momento. Esta matrona me ve y dice enseguida que necesito ‘una ayudita’ y yo estoy tan ida que empiezo a fliparlo pensando que se refiere a una cesárea. Un señor dice por detrás de ella (no sé quién, médico, matrón, estudiante…) que quizá pueda pasar sin la ayudita ‘no lo ves? si ya está casi fuera’. A ella no se lo debió parecer, porque corta. Yo no siento nada, ni lo oigo (mi marido me dice después que el sonido es francamente desagradable). Unos cuantos empujones, y me dicen que tiene el pelito muy moreno. Unos empujones más, sale la cabecita entera, y luego el cuerpo. Son las 11.25 am. Cuando me lo van a poner encima, la primera en la frente: el cordón se rompe entre los clamps y su tripita y sale la sangre a chorros, se lo llevan en volandas sin que llegara ni a posarse sobre mi. No sé que oigo de que el cordón estaba ¿macerado? Y mi marido dice que es así, que el cordón a esa altura estaba como estropeadillo (nadie me explica nada más, ni en los días siguientes tampoco, acerca de ese suceso).Le queda poquita tripa para poder hacerle el ombligo, pero se puede. A lo lejos, le oigo llorar. ‘Ese es él, verdad? ¿está bien? ¿cuándo viene?’ Ay… por fin le traen y puedo besarlo y darle la bienvenida a este ‘cochino’ mundo :) tiene el pelo negro azabache, y no sé cómo puede estar tan moreno, pensé, se me ha velado el carrete! con los ojos abiertos de par en par, nunca voy a olvidar esa mirada. La misma mirada atenta que al parecer llevó a las puertas del paritorio, donde le vieron mis padres y mis hermanos. Ya sé que 2,800 no está tan mal, pero a mi me pareció tan flaquito, el pobre… en algún momento por ahí, alumbro la placenta (gracias, me entero al cabo de los meses, a que entonces me pincharon oxitocina; me entero porque me lo dice mi marido, que lo vio, porque a mi ni me preguntó nadie ni me pidieron opinión. En las jornadas me enteré que también es parte del protocolo. Si se tomaran un poco más de tiempo, quizá con la oxitocina propia de la primera tetada sería suficiente… pero, otra vez, quién soy yo…) Y viene lo peor de todo el parto: la labor de ‘costura’. Sí, sí, lo peor, y ya habían pasado 32 horas. Es lo que recuerdo con más desagrado. Hoy sigo acordándome de lo que he leído de Consuelo acerca de las episiotomías, y sigo preguntándome que es lo que lleva a una mujer a mutilar alegremente a otra (y no sé si en mi caso sería alegremente o con causa, pero está más que demostrado que en este país se hace la episiotomía en muchos casos ‘porque sí’). Vuelven Mateo y su papá, y nos vamos Mateo y yo a una habitación común a reposar las dos horitas de rigor. Ese es el momento mágico de mi vida. Dos horas mirándonos a los ojos, cogiendo y dejando la teta, contándole no sé qué historias. Hay otras mamás en ese bello estado de shock, enamorándose de sus hijos. Entra el sol por la ventana, que está justo a nuestro lado. Hablo con él, y hablo con Dios. Le pido cosas, le doy gracias. Siento como si el mundo se hubiera parado :) para nosotros, en aquel instante.
Cuando ahora miro atrás, veo las cosas que me gustaron y las muchas que no me gustaron de mi parto. Espero haber aprendido de todas. Pese a todo, me parece que merece la pena ser mujer sólo por vivir ese acontecimiento aunque sea una vez en la vida. Nace un hijo, pero también nace otra mujer. La misma, pero distinta. Mucho más fuerte, y mucho más poderosa. La experiencia te deja esta consecuencia tan buena incluso cuando no ha sido un parto natural y respetado, así que si lo es, no puedo ni imaginar cómo se sentirá una. Pero me gustaría llegar a saberlo algún día. Yo estoy deseando repetir, rarita que es una…
Me ha emocionado leer tu post, de verdad. Lo he vivido contigo y se me han saltado unas lagrimillas. Un parto es mágico, qué duda cabe. A pesar de que el personal mágico le quita muchas veces gran parte de esa magia pero, aún así, cuando llega tu hijo y puedes tocarle, olerle, besarle y achucharle... no hay experiencia como esa en el mundo. Da igual lo que haya costado, lo que hayas sufrido para tenerlo, en ese momento sientes que todo ha merecido la pena.
ResponderEliminarUn beso
Gracias por compartiela con nosotros, la verdad es que al leerte he caído enuna cosa, yo no me toque la barriga, pobrecito, le hablé pero no lo toque ...ayyy!!
ResponderEliminarQ envidia esas dos horas.
Q bonito todo!! Yo tb quiero repetir (soy un poco masoquilla, por lo qeu se ve).
GRacias, Caro, por contarnos!!! Es necesario que les pongamos palabras, que podamos leer y estudiar estas cosas, a las que nadie nunca ha puesto voz.
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato. No he puesto por escrito yo el mío. Fue corto, con epidural, y como algo que "me hacían", que nada tenía que ver con mi voluntad ni mi deseo, muy inconsciente, creo yo hoy.
Espero que la vida me regale una segunda oportunidad de embarazarme y parir, sabiendo lo que ahora sé.
Me ha encantado el final: "La experiencia te deja esta consecuencia tan buena incluso cuando no ha sido un parto natural y respetado, así que si lo es, no puedo ni imaginar cómo se sentirá una." Eso: el poder femenino tiene que ser el no va más tras un parto natural respetado. Esa es la gran revolución, y el gran misterio, que puede cambiar el mundo.
Gracias de nuevo, amiga. Un abrazo muy grande!!!
Gracias por contarnos tus vivencias! Ha sido precioso y a la vez algo abrumador.
ResponderEliminarPufffff.
ResponderEliminarYo aún no he sido capaz, ¿te lo puedes creer? Retazos aquí y allá, pero nunca lo he escrito entero. En fin, igual algún día lo consigo...
Besotes
Hola mama de mateo, se me han saltado unas lagrimillas al leer tu parto, me he emocionado. Tu parto es muy parecido al mio, pero el mio acabo en cesarea. Me alegro q pudieseis pasar las primeras horas junto con tu peque, eso debe de ser especial.
ResponderEliminarPor experiencia se que los primeros meses habras revivido 100 veces tu parto en tu cabeza y q habras deseado q algunas cosas fueran diferentes.
Yo despues de 21 meses me emociono al pensar en como me jodieron ese momento magico.
Precioso el post, me ha enantado¡¡¡
Me ha gustado poder leer tu gran esperiencia.
ResponderEliminarES perdad que pasan cosas que nos gustan mas y otras que menos, pero de todo se aprende y es una experiencia tan maravillosa y unica, ¿verdad?
Felicidades y que en la proxima experiencia nos cuentes como se siente una madre en un parto natural respetado. ;)
Gracias a todas vosotras por estar ahí, para compartir :)
ResponderEliminarAy, Magda... nada me gustaría más que poder ofrecer ese relato dentro de un tiempecillo :)))) pero esta mañana comentaba yo también que en este año he conocido a muchas mamás y sus distintas experiencias. Y algunas que buscaban poder 'vivirlo' mejor en su siguiente oportunidad, vieron truncarse su sueño porque nosotros podemos querer mucho algo, pero al final puede salir completamente al revés. Y para eso también hay que estar preparados. La vida a veces se pone chunga y se empeña en que no, y ante eso, poco se puede hacer.
Leia, siento que te haya parecido abrumador... quizá me he pasado en los detalles. Pero necesitaba contarlo así...
Qué os puedo decir a las mamis que habéis pasado por cesáreas, unas innecesarias, otras forzosas, y nunca deseadas... que pongo todo mi empeño en ponerme en vuestra piel, y entonces es a mi cuando se me saltan las lágrimas. Yo también deseo que os podáis resarcir en la siguiente oportunidad, y si ya no es posible, la entereza para aceptar y crecer, y no culparse nunca ni torturarse por lo que pudo ser y no fue (tarea titánica...)
Y vuelvo a decir que os animo a todas a que lo pongáis en papel. Que os abrais con sinceridad y confeséis lo que os gustó y lo que no os gustó nada, que os deis permiso para sentir que no fue tan perfecto, ni tan rápido, ni tan exento de molestias como a veces nos decimos a nosotras mismas y le decimos a los demás. "¿Cómo fue todo? Ah, muy bien, muy bien, sólo __horas, el niño ___ kgs... todo bien". Ni una referencia a cómo nos trataron, qué es lo que esperábamos, qué fue en realidad, qué paso con la lactancia si es que la deseábamos, qué ocurre con esa episiotomía, o la cicatriz en nuestra barriga... Cuando todo va bien, o sea, madre y bebé están sanos después del tránsito, parece que no tenemos derecho a quejarnos. ¿Que hay gente que está peor?Pues claro, y lo tenemos en cuenta. Pero no por eso tenemos que menospreciar lo que nos ha faltado a nosotros. Aquí hay muy pocas que no tengais blog propio para publicarlo, pero si es el caso y alguna quiere hacerlo, yo os lo publico si queréis.
Seguro que sabeis de lo que hablo si os digo esto: a veces duele mirar en nuestros 'pozos sin fondo', por eso no queremos hurgar mucho en ellos... pero la única manera de taparlos bien y no correr el riesgo de caer en ellos una y otra vez es mirar dentro. Analizarlos. Quizá duela o escueza un poco al principio, pero el alivio que producen la comprensión y la sanación, lo compensan.
(Dios, lo sé, soy una flipada con tendencias al discurso improvisado... perdon!!!!!!!!)
:) yo tambien quiero repetir, fue todo lo contrario de lo que esperaba, con tactos horribles y cesareaa de postre, pero coincido contigo plenamente en el final de tu discurso, parir nos hace renacer de nuevo, diferentes aunque iguales y mucho más (o por primera vez-) poderosas :).
ResponderEliminarUn abrazo .... de madre a madre :)
Pues aquí tienes otro, guapa :) de madre a madre.
ResponderEliminarQué hermoso Caro. Como me emociona leer a una mujer contar su parto, no puedo remediarlo. Tienes razón es un momento mágico, lleno de amor, de ternura, donde las puertas de un nuevo mundo se abren y la emoción te llena de tal manera que no se puede expresar muy bien con palabras.
ResponderEliminarMi parto, como habrás leído en mi blog, fue muy similar al tuyo., nada respetado, invadido, hospitalizado. Antes de tener a mi hijo nunca se me hubiera pasado por la cabeza parir de un modo más natural, pero ahora, habiendo vivido lo que he vivido y sabiendo lo que sé, sin duda lo haría. Por desgracia no puedo tener más hijos, y esa pequeña espina se me queda. Pero no importa, porque a pesar de todo, el recordar la primera vez que vi a mi peque, supera todo.
Mira que yo me considero una persona con sentido del humor, pero a mi me hacen pasar por eso, no el parto sino la forma en que os trataron, y alguien termina como mínimo con un ojo morado. Es increíble que incluso aún así conservases el sentido del humor
ResponderEliminarHa sido impresionante tu relato!
Un abrazo
Como ves, Lobo, a varias de las mamis bloggeras que sigues nos han tratado muy parecido... :S una intenta poner al mal tiempo buena cara (por lo del sentido del humor), y como le decía a Magda en su blog, creo que tenemos tan interiorizado que lo único importante es que salgamos vivos madre e hijo, que perdonamos y OCULTAMOS verdaderas ofensas, errores imperdonables y actos violentos ANTES, DURANTE Y DESPUÉS del nacimiento de nuestros hijos. Y podemos engañarnos a nosotras mismas y engañar a los demás todo lo que queramos. No por vergüenza, sino por evitar que duela. Pero en el fondo sigue estando ahí.
ResponderEliminarEspero que el parto de $laquetesoporta fuera infinitamente mejor que el mío :)))) ahora que los papás podeis estar ahí con nosotras, también es vuestro parto. De hecho yo le pedí a mi marido que escribiera ÉL cómo recuerda el nacimiento de Mateo. Porque estoy segura de que sería una visión muy enriquecedora de la que yo he podido dar... (pero el pobre anda fatal de tiempo, snif)
El parto fué más "humano" dentro de lo que es un parto vaginal en hospital. Como ya conté, sólo me dejaron entrar al final (supongo que porque tuvieron que usar forceps) Aunque casi le parten una costilla, al intentar que el peke bajara sin instrumental.
ResponderEliminarcreo que si todas las madres que no sean tratadas bien, pusieran una hoja de reclamaciones, es posible que muchos "protocolos" se actualizasen. Entiendo que haya cosas que sean necesárias hacer porque la vida del bebé corra peligro, pero otras me parece que sólo se deberían de aguantar en caso de guerra.
Tienes todita la razón, Lobo, y me has convencido de una idea que me tiene rondando la cabeza hace un par de días...
ResponderEliminarUps! Espero que no la haya liao parda, jajaja
ResponderEliminarTu post me ha recordado la historia de un parto que me contó hace años una compañera de trabajo.
Esta chica solía practicar mucho deporte y era cinturón negro en no se que arte marcial, susease que era todo fibra con muu mala leche (pero yo me partía con las histórias que contaba)
El día que fué a dar a luz, le tocaba en uno de esos hospitales que no dejan entrar al marido (un armario ropero de esos de 3 puertas).
-matrona: bueno, parece que ya viene. Pal paritorio.
-marido: voy
-matrona: usted se queda aquí, faltaría más que entrara! (según lo contaba, parecía que su marido fuera el anticristo y el paritorio la basílica de San Pedro)
-marido: mire, que usted no conoce a mi mujer... que lo digo por su bien
-matrona: ni hablar! Espera aqui, como todos!
-marido: ok
10 minutos más tarde sale la matrona con una bata de esas que llevan ellos en la mano y le suelta al marido:
-matrona: póngase esto y pase. Y DIGALE A SU MUJER QUE DEJE DE AGREDIR AL PERSONAL MÉDICO!!!
Ella dice que no se acuerda mucho de eso, pero que su marido le contó que se había soltado de las correas, había agarrado a uno de los que estaban por ahí y a otro le había soltado un guantazo!
El parto, me dijo, no le dolió apenas, pero es que ella se pone muy nerviosa en los hospitales.
Se que hay médicos que opinan que no deben de estar los padres, pero yo creo que ver una cara amiga en esos momentos es muy importante y sobre todo tranquilizador.
Estoy totalmente emocionada Caro. Yo también pasé momentos muy dificiles en mi parto, tanto que pasados unos días no recordaba la hora en que nació mi hija. Algún día lo contaré.
ResponderEliminarMadre mía, Nuria... espero que encuentres la serenidad para enfrentarte con la experiencia, plasmarla en papel y compartirla. No nos conocemos de nada (como yo digo siempre... aún!)pero estoy contigo :)
ResponderEliminarJejejeje Lobo, nada, no has liao ninguna parda. Ya te lo contaré si al final lo hago. Prefiero no adelantar acontecimientos, mejor hacer y luego contar. La historia de tu amiga karateka me ha dejado KO XDDD yo estoy totalmente en contra de la violencia, pero es que jolín, a veces dan unas ganas... y desde luego, la presencia de la cara amiga es fundamental. Está demostrado que si una mujer se siente en un entorno seguro no necesita a nadie, ni siquiera a su marido. Yo siempre lo he dicho: sin mi marido al lado, no habría sido capaz de hacerlo.
Bueno yo soy la mamá de Carol y abuela de Mateo y espero que si Dios le permite otro embarazo espero que esa siguiente vez le otorgue con un embarazo mejor que el de Mateo y que a la hora del parto sea atendida lo mejor posible y eso lo deseo igualmente para mi otra hija Eena y Julia y por supuesto para el resto de las mujeres del mundo. Traer un hijo al mundo es lo mÁs bonito que le puede suceder a una mujer por eso primerizas o no,hay que atenderlas como si cada una de ellas fuesen un tesoro irrepetible. Con mucho amor y respeto para cada una de ellas, Laura
ResponderEliminarCuento me suena esta historia... nunca he escrito nada del nacimiento de Luisa, y se parece tanto al de Mateo...
ResponderEliminarEspero estar cerca de ti en tu próximo, para que me ilumine contigo.
Un abrazo "espachurrador".
Gracias, mamá :)
ResponderEliminarCuando tú me ayudaste a llegar a este mundo, todavía era más difícil que ahora. En aquel hospital militar, 'auxiliada' por monjas (esas sabias mujeres que tanto saben de sexualidad y maternidad...), qué historias... y aún así, quisiste repetir 3 veces más. Gracias por tu bonito deseo, y ojalá que se cumpla para todas :)
Ummm, Ale... pues espero esa confidencia, en la forma y tiempo que quieras. Sí que sería bonito tenerte cerca,sí :) como dice otra gran amiga mía, 'lancemos nuestro deseo al Universo' y veamos qué es lo que ocurre.