Hoy quiero dedicar este post a dos mujeres sabias y valientes, a las que he tenido suerte de 'conocer' y que con sus palabras sencillas me han ayudado estos días más de lo que ellas imaginan. La temática no tiene que ver con ellas, pero quiero expresarles mi agradecimiento. Gracias, Ile, gracias, Mimita.
Cuando comencé la lectura de 'Mujeres que corren con los lobos' imaginaba que no iba a ser un libro más... es una lectura ardua, en la cual tengo que hacer varias paradas para reflexionar sobre las cosas de las que habla. Marco, subrayo, sopeso, recuerdo, me sorprendo, enlazo, reconozco... y sonrío ante la idea de que el viaje hacia el 'reencuentro' con la Mujer Salvaje es uno sin retorno. No hay billete de vuelta ;)
Muchos de los temas que toca me inspiran a escribir algo más sobre ello, pero hoy me voy a detener en el capítulo 7: "El júbilo del cuerpo: La carne salvaje". ¿Por qué? Yo que sé por qué... porque he vivido media vida esclava de mis complejos, y eso es suficiente. Voy a poner las cartas sobre la mesa.
Vivimos en una época y una sociedad en la que somos esclavos de nuestra imagen exterior (en otras sociedades, en nuestra misma época, esto no pasa; pero ¿en qué sociedades?¿acaso conocemos alguna que no sea la nuestra?). La razón no la sé, sólo propongo mis teorías. La principal es que nuestra imagen exterior es más fácil de modelar para el gusto ajeno-aún requiriendo mucho esfuerzo y a menudo, dinero- que la imagen interior. Es más fácil adelgazar 20 kilos, 'suavizar' el gancho de tu nariz, operar tus tetas, deshacerse de una 'horrible!' celulitis, hacer brazos en el gimnasio... que ser buena persona. Ser una buena persona es una tarea terriblemente complicada.
'Carolina, es que lo uno no quita lo otro!', dirá alguno... sí, claro, si yo tampoco argumento lo contrario. Cuidar de que nuestro cuerpo sea armonioso es una obligación. Pero mi idea de lo armonioso no debe casar mucho con lo que se cree en general. Los kilos que se pierden 'a traición' de nosotros mismos vuelven duplicados tarde o temprano, las 'hermosas' tetas de plástico a los 30 lucen 'bárbaras' (nunca mejor dicho) a los 60, los musculitos que tantas horas de gimnasio nos costaron nos pueden dejar como al bueno del abuelo Schwarzenegger (Dios, qué grima...)... vamos, que el tiempo, sabiamente, se encarga de hacer los ajustes pertinentes...
Hoy en día (y vuelvo a repetir, en nuestra sociedad) los hombres también han caído víctimas de esta falacia, afortunados ellos en el pasado, que parecían estar libres. Supongo que sencillamente, son un 'nicho comercial' muy abundante que estaba sin explotar. Pero las mujeres somos las que hemos sufrido y sufrimos esta lacra desde hace tiempo. Y otra vez, '¿Por qué?' supongo que porque todos necesitamos sentirnos admirados. Sobre todo, y durante una parte de nuestras vidas, por el sexo opuesto. Al fin y al cabo es lo que nos va a permitir reproducirnos (o otros fines afines...). Y supongo que creemos necesitar tener las cualidades que el otro va a admirar. Casi todas las mujeres creemos que los hombres buscan la belleza en las mujeres. Que estemos buenas. Lo gracioso es que esto, aparte de no ser siempre así, lo que unos y otros entienden por bello no podría ser más diferente.
Nos enseñan desde pequeñas la frivolidad de que, para tener novio, hay que estar guapas. Cuando todas mis amigas empezaban a tener novio(s) allá en el siglo pasado, yo nunca lo tuve. Conclusión: no debía ser muy guapa. Y así lo consideré durante mucho tiempo. Y no sólo lo consideré yo: la sociedad en la que vivía, de una forma u otra (de muchas formas!), me daba la razón. Me sobraban kilos, no era nada fashion vistiendo, era poco femenina (¿¿¿???).... )poco femenina en el sentido de que no me gustaba maquillarme ni pasar el día con el secador en la mano haciéndome peinados nuevos... porque femineidad ya me sobraba entonces). Yo misma me despreciaba, y 'coincidió' que fue una época donde disfruté al máximo de mis amistades masculinas. Allí no tenía que competir con nadie. Prefería pensar que era uno de ellos. Iba como el Patito Feo, dando tumbos, alejándome de mi verdadera especie...
Un día tuve una 'especie de novio' que me dejó por fea. Así me lo dijo. Le avergonzaba que sus amigos le vieran conmigo. Creían que era poca cosa para él. Y entonces se acabó mi ingenuidad (a Dios gracias!!). Me dí cuenta de lo ridículo que es resignarse a que otro te 'quiera' en función de tu imagen exterior. Yo tenía muchísimo que ofrecer, y claramente, no estaba al alcance de cualquier cegato. Confié en mi imagen interior, y comencé a darme cuenta verdaderamente de lo que valía. Y de que sólo lo compartiría con la persona que supiera verlo, si es que semejante persona existía. ¿Qué te parece? La fea se volvió hasta exigente, qué cojones tiene. Encima se pone chula...
Aquellos fueron los años mágicos en que la Loba empezaba ya a susurrarme... me puso a alguna hembra vieja y sabia por el camino, y empezó a llevarme por aquí y por allí... cuando más distraída estaba, me encontré con alguien que supo ver ... y seguía aprendiendo.
Aún así, sigo viviendo en la misma sociedad. Como soy mucho más humana que divina (de la muerte), a menudo tengo sentimientos ambivalentes acerca de mi propio cuerpo. Muchas 'alienadas' consiguen hacerme sentir mal con su propia alienación... todo el día hablando de dietas, de qué comes, de cuántos kilos han perdido, de cuántos ha ganado no se quién (de los propios no se habla jamás!), de qué talla tan grande, buf, qué mal, blablabla ... a veces durante un minuto (o un día, o varios, seré gilipollas) caigo en la trampa. Pero allí, en la oscuridad de la trampa, me toco las tetas, estas tetas grandes y poco elegantes, coño, y se me llenan las manos, y me siento taaaaan bien... tetas que han gozado y hecho gozar, que han alimentado y espero que lo sigan haciendo, que ojalá no enfermen nunca... y me da igual que no sean perfectas. Me apoyo en mis caderas anchas, que tanto han bailado, disfrutado haciendo el amor, sufrido pariendo, gozando albergando vida... y me siento dichosa. La Venus de Willendorf que hay en mí se descojona y con las uñas, arrastrándose, sale de la trampa, y se ríe, bajito, y se compadece, de tanta pobre alienada.
Yo no sabría estar 'a dieta'. No creo en las dietas. Creo en 'la dieta'. Para mí comer sano no es comer sólo lechuga y manzanas. Yo disfruto con la comida, a veces hasta puntos obscenos, soy muy exagerada. Me gusta escogerla, elaborarla y comérmela, y ver cómo los demás disfrutan comiendo también. Lo mismo unas judías verdes con tomate que un tiramisú casero. Creo que mi hijo ha heredado esto de mí, porque el entusiasmo que pone cuando ve acercarse la comida es digno de un top ten del youtube. Por eso me siento muy a disgusto comiendo en un entorno en el que a las mujeres (y a las que están gorditas, más) se les sirve deliberada y cruelmente una ración más pequeña (tú ya tienes bastante, que estás muy gorda). En el que sólo se ofrece repetir a los hombres (o siempre a los hombres primero). En el que parece que la que menos come se va a llevar un premio. Tiranía e hipocresía entre las que deberían ser aliadas. Pero muchas mujeres no saben ser si no es comparándose continuamente con otra a la que puedan hacer de menos para ellas sentirse más...
No hubo un tiempo en mi vida en que lo pasara peor que en mis primeros meses de embarazo, porque lo vomitaba TODO. Hasta el Caribán. El olor de la comida, de los sofritos, los anuncios de comida! todo me daba arcadas. Le cogí hasta miedo a comer, evitaba comer para ver si así vomitaba menos. Pero daba igual. Y aún recuerdo cuando pasó aquella época.... AAAAAAH! :) Y me pude comer un peazo de gofre de esos de la feria, lleno de nata y chocolate, sin devolverlo a la madre Tierra. Diooooooos... y el primer kebab... después de haber vagado mucho más de 40 días por aquel desierto, recuperaba mi apetito y el placerrrrrrr de comer. La gente que no sepa lo que es esto pensará que estoy loca de atar :)
Para acabar con tanto escabroso dato autobiográfico, transcribo dos párrafos del capítulo (por no transcribir el capítulo entero...):
"Los severos comentarios acerca de la aceptabilidad del cuerpo crean una nación de altas muchachas encorvadas, mujeres bajitas sobre zancos, mujeres voluminosas vestidas como de luto, mujeres muy delgadas empeñadas en hincharse como víboras y toda una serie de mujeres disfrazadas. Destruir la cohesión instintiva de una mujer con su cuerpo natural la priva de su confianza, la induce a preguntarse si es o no una buena persona, a basar el valor que ella misma se atribuye no en quién es sino en lo que parece. La obliga a emplear su energía en preocuparse por la cantidad de alimento que ha comido o las lecturas de la báscula y las medidas de la cinta métrica. La obliga a preocuparse y colorea todo lo que hace, planifica y espera. En el mundo instintivo es impensable que una mujer viva preocupada de esta manera por su aspecto".
"Una mujer no puede conseguir que la cultura adquiera más conciencia diciéndole:"Cambia". Pero puede cambiar su propia actitud hacia sí misma y hacer que las proyecciones despectivas le resbalen. Eso se consigue recuperando el propio cuerpo, conservando la alegría del cuerpo natural, rechazando la conocida quimera según la cual la felicidad sólo se otorga a quienes poseen una cierta configuración o edad, actuando con decisión y de inmediato recuperando la vida y viviéndola a tope. Esta dinámica de autoaceptación y autoestima son los medios con los cuales se pueden empezar a cambiar las actitudes de la cultura".
Imágenes:
http://elquecorreconlobos.blogspot.com/2009/04/cantando-sobre-los-huesos.html
http://www.taringa.net/posts/imagenes/858300/El-schwarzenegger-de-hoy.html
Querida!!!!
ResponderEliminarQué emoción!!! Y no solo por la dedicatoria y los piropos (muchísimas gracias a ti).
Este artículo podría haberlo escrito yo misma, palabra por palabra.
Incluso estoy leyendo ahora mismo Mujeres que corren con los lobos, lo tengo en mi mesilla de noche, lo leo a trozos, alternando con otros (siempre leo varios libros a la vez), y todavía no he llegado al capítulo 7, pero puedo asegurarte que exactamente esa misma relación tuve yo con mi cuerpo, hasta que hace unos años me di cuenta de todo...
No sólo es que es más fácil cambiar el aspecto físico que ser buena persona, es que es más fácil -por difícil y caro que sea- cambiar el exterior que ACEPTARSE A UNO MISMO TAL CUAL ES. Qué increíble. Se dice y no se cree.
Con lo fácil que sería invertir toda la energía, el esfuerzo y el dinero que cuesta tanta dieta, tanto gimnasio, tanta ropa de marca y tanta cirugía plástica en simplemente disfrutar más y mejor de la vida y ser felices con lo que somos y con lo que tenemos.
Como tú misma dices: pero qué idiotas somos. Qué sociedad tan idiota, es tan evidente, el rey está desnudo y no lo ve nadie!!! ¿O no lo queremos ver? ¿Qué es lo que nos pasa? ¿Por qué son tan frágiles nuestras autoestimas?
Es un placer conocerte, y compartir contigo tantas milagrosas coincidencias.
Un abrazo muy muy fuerte!!!!
Jajaja!
ResponderEliminarlas coincidencias no cesan: yo también tengo la costumbre de leerme varios libros a la vez! no seremos gemelas separadas al nacer? XDDDD
Es una sociedad idiota, fundamentalmente porque carecemos de valores. El problema de los complejos de muchas niñas (que luego fueron, son y serán mujeres) no es la publicidad, ni que esté de moda estar esquelético, ni las modelos, ni las marcas de ropa... el problema es que no crecen seguras de sí mismas. Los padres tendríamos que enseñar eso a nuestros hijos, que son valiosos por lo que son, no por lo que parezcan. Lo malo es que aquí es el cuento del huevo y la gallina, porque a lo mejor los propios padres carecieron de estos valores también, y así es difícil... pero hay que romper el círculo vicioso en algún punto.
Desde luego las autoridades y la sociedad en general deberían de ayudar a esto, pero como cualquier cambio, ha de empezar desde abajo. Primero por uno mismo, luego por su familia y después ya iremos cogiendo fuerza... delegar toda la responsabilidad en otro es muy cómodo.
En cuanto a lo del placer por conocerse... tampoco puedo estar más de acuerdo!!! ;)
Un beso!
Enhorabuena por lo que cuentas que has aprendido. Y es cierto que estamos en una sociedad sin valores. Siempre que trato con personas tan preocupadas por su aspecto físico, la ropa, etc. pienso que es porque no tienen cosas "más importantes" en las que pensar, y en el fondo es triste,no?
ResponderEliminarGracias Mamareciente,
ResponderEliminaren el fondo más que aprender, es recordar. Porque esas cosas las tengo claras desde hace muchos años. Pero no habré llegado a la madurez suficiente, que no consigo evitar que la estupidez me afecte de vez en cuando.
Sí, tiene que haber mucho vacío por llenar con frivolidades... es una pena.
Hola Caro.
ResponderEliminarYa tengo ganas de leer este libro, y más ahora con lo que cuentas, a ver si un año de estos consigo un poco de tiempo...
A mi con el tema de la autoaceptación me pasa como con los grandes planes del año nuevo, en cuanto entro en la vorágine del día a día se me olvida, me sé la teoría pero creo que no lo tengo lo suficientemente interiorizado como para "descojonarme y salir de la trampa". Como tu dices, en esta sociedad patriarcal somos las mujeres las condenadas a vivir disfrazadas y a rechazar nuestro cuerpo y yo tengo dos "mujercitas" en casa y siento sobre mi la losa de la responsabilidad de romper la cadena, de que aprendan a sentirse bellas por como son por dentro, tarea titánica en un mundo donde desde los cuatro años se les empuja a adorar a Barbi y a Hanna Montana...
En fin, hablando de lobas y de belleza, mira que bonito video con que bonita canción:
http://www.youtube.com/watch?v=tu_-MGu5Rfs&feature=related
Besos.