sábado, 11 de septiembre de 2010

Feminismos y …. feminismos.

Pues sí, claro, hay feminismos y… feminismos. Y parafraseando a Alejandro Sanz, “NO, no son LO MISMO”.

Esto lo he escrito a raíz de leer el último post de Ileana, que he publicado en la anterior entrada. Lo escribí como comentario al suyo, y ahora lo traigo como entrada propia, con muy poquitas variaciones.

He oído hablar mucho últimamente sobre feminismo de la igualdad, y feminismo de la diferencia… bueno, pues yo tengo mi clasificación personal. Para mi hay dos feminismos, y su diferencia se articula en cuanto a un eje: EL SISTEMA. El sistema capitalista, para más señas.

Hay un FEMINISMO CAPITALISTA. En él, las mujeres luchan por sus derechos INDIVIDUALES. Derechos muy válidos, por los que luchan todas las feministas, no sólo ellas. Pero para ello, las feministas capitalistas aceptan la “baraja” inventada por los hombres, así que eso de que han superado el patriarcado me lo paso yo por salva sea la parte. El mundo laboral, tal y como está montado, está hecho por hombres y para hombres (y aclaremos aún más, para hombres de entre 25 y 35 años, solteros o no comprometidos con su paternidad, blancos y de países del primer mundo). Y  en este feminismo se persigue la igualdad de derechos pagando el peaje de “igualarse” a ellos (no deja de ser gracioso que el feminismo pase por “igualarnos” nosotras a ellos, en vez de ellos a nosotras). El éxito profesional reside en competir desde la cuna, ser siempre la primera en una competición intelectual (yo diría puramente memorística), elegir una carrera competitiva e invertir todo el tiempo que haga falta en demostrar que una es mejor que todos. Que las demás mujeres y todos los hombres. Y por supuesto, obtener el mejor sueldo posible. Ese que permite emular a estereotipos tan vacíos como las imbéciles de Sexo en Nueva York. Que permiten “arreglitos” estéticos para estar siempre como si tuvieran 20 años. Que permiten exóticas vacaciones, y cuidadoras inmigrantes low-cost para todas aquellas personas que, con tanto ajetreo profesional y social, no tienen tiempo de atender. Que permiten vivir en pequeños palacios, y tener las habitaciones de sus hijos como si fueran Disneylandia. Que nunca cocinan, e incluso presumen de no saber abrir ni una lata de conservas, y se ríen, chispeantes “jajajaja es que, si mi marido no sabe hacer nada, a ver por qué tendría que saber yo!”. Las tareas del hogar son impuras, y lo único que saben es que, como los hombres no las hacen, pues ellas tampoco. Hey, eso es igualdad, no???? El sueldazo permite otra inmigrante low-cost que lo haga por ellas. Incluso si saben cocinar (aunque dudo que muchas se atrevieran a confesarlo en sus reuniones de Pilucas, Pititas y Pocholas super liberadas y super modernas).

Este es el feminismo de muchas mujeres ricas, que siempre han sido ricas; con trabajos cualificados, FIJOS,  y muy bien pagados. Pero, y tristemente, también el de muchas mujeres que siendo de procedencia humilde, eso es a lo que aspiran. Con contratos encadenados ilegalmente durante años, mileuristas… que dicen sentirse libres e independientes (yo me pregunto de quién o de qué). Algunas se dicen incluso de izquierdas… la risa total.

Y está el FEMINISMO ANTI-CAPITALISTA.  En él hay mujeres verdaderamente de izquierdas (ojo, no digo que tengan carnet de nada), y mujeres que han mandado a la mierda cualquier ideología que tuvieran, porque se han dado cuenta de que todo es el mismo perro pero con distinto cascabel. Este feminismo no quiere jugar con la baraja actual, porque considera que no beneficia a nadie, ni a mujeres, ni a hombres, ni a niños, ni a viejos, ni a nadie. El dinero sólo se beneficia a sí mismo. Aceptan unas cuantas normas, y viven en torno a ellas porque no les quedan más huevos, o por temor a ser unas completas outsiders, pero no las alaban ni las justifican, y no dejan de repetirse a si mismas que ‘otro mundo es posible’. Trabajan en trabajos que a veces les gustan, y les hacen sentir mejores personas, pero teniendo siempre claro que las circunstancias en cuanto a todo son, en muchos casos, irracionales. En cuanto pueden, hacen lo posible por cambiarlas, empezando por ellas mismas, no se adaptan al sistema sin pensar.Y otras trabajan en sitios igual de puteantes que las feministas capitalistas, pero no ven en ello ninguna liberación ni ninguna independencia. Sólo ven el medio de pagar facturas. La libertad y la independencia las tienen por principios, y porque en sus relaciones no permiten que el dinero decida quién manda ni quién depende.  Buscan alcanzar sus derechos, pero sin pisotear los de los demás. Y están altamente concienciadas de lo que supone estar comprometidos con la naturaleza. Señoras como Uriarte y muchas otras desprecian a los ‘naturalistas’… pero hasta que el dinero no sea comestible, me parece una posición de lo más ridícula y autosuicida. No trabajar por la sostenibilidad del medio ambiente (en el que las personas estamos incluidos) es de suicidas. Y de egoístas, que la papeleta se la quedan los que vienen detrás. Una feminista anti-capitalista está comprometida imagen3 con la naturaleza tanto porque lo siente como porque sabe que no hay otra salida. Y sí, lactar es estar comprometido con la naturaleza, por muchas razones que ya se han dicho hasta la saciedad: ES LO MÁS SANO, tanto para la madre como para el bebé, ES GRATIS, Y NO SE GENERAN RESIDUOS ARTIFICIALES. Las feministas anti-capitalistas no ven la lactancia como una esclavitud que obliga a la mujer a elegir entre sus aspiraciones personales y ser el comedero de su hijo. Las aspiraciones personales ajenas al ámbito privado podrían ser compatibles JUGANDO CON OTRA BARAJA, y si no, siempre se pueden posponer. Bueno, no, con esta baraja no, porque si lo posponemos, después el mercado ya no nos quiere, no es así????Definitivamente, es una mierda de baraja, lo mires por donde lo mires.

Siento ser yo la que ponga tan frecuentemente la nota negativa, pero yo creo que estos dos feminismos son irreconciliables. Unas quieren mejorar el mundo entero, y otras sólo quieren mejorar sus propias condiciones, generalmente, a costa de las de terceros.  Para mi, no hay color.

“Feminismo, maternidad y política: ¡cambiemos el mundo!

Publicado originalmente por Ileana Medina Hernández en su blog TENEMOS TETAS.

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“Cuando iniciamos la polémica en este blog entre el "feminismo al uso" (el que domina hoy día en las instituciones públicas) y el eco-feminismo, feminismo de la diferencia, o feminismo maternal, como queramos llamarle, sabíamos que el tema seguiría dando de sí.
El libro de la Badinter aún no ha sido editado en España (¡me extraña tanto!) pero ya colea, y yo me alegro infinito de que por fin estos temas empiecen a aparecer en la prensa generalista.
Las autoridades sanitarias y científicas dan ya por sentado que no hay discusión sobre los inconvenientes de la lactancia artificial para la salud de los bebés, pero parece que lo que se sabe bien en las Consejerías y Ministerios de Sanidad, no puede llegar a los Institutos de la Igualdad ni a los Ministerios de la Seguridad Social ni a los órganos legislativos y de gobierno.
La politóloga vasca Edurne Uriarte ha publicado esta semana un artículo en la Revista Mujer Hoy, titulado "Las Mamíferas", en el que básicamente se hace eco de las ideas de Elizabeth Badinter. (Por cierto, la sección Ser Madres, del sitio web de Mujerhoy, está patrocinada por una marca de leche artificial para bebés, a la que le viene de perlas que no seamos "mamíferas").
Busco por la red otras declaraciones de Uriarte sobre feminismo y me encuentro con que ha escrito un libro que se llama Contra el feminismo (que no he leído, claro está) y esta entrevista, donde yo no sé vosotros, pero yo entre líneas creo vislumbrar que ella está más allá del feminismo porque más que compatibilizar la maternidad con el trabajo, quiere que las mujeres directamente nos ocupemos sólo del trabajo :-)
En el fondo no comprendo por qué estas mujeres parten del supuesto de que defender la lactancia materna es ir contra la participación social y política de las mujeres. No entiendo por qué se sienten atacadas. Yo creo que es todo lo contrario. Que sí es perfectamente compatible la cada vez mayor presencia de las mujeres en el mundo público y político, con la práctica de la lactancia materna y con una crianza cada vez más amorosa para nuestros hijos.
¿Cómo? Transformando el panorama laboral. Eso es lo verdaderamente feminista y revolucionario.
Vayamos por partes.
En mi artículo anterior Nos necesitamos las unas a las otras, y en todos los que he publicado en este blog, creo que he dejado bien claro que no estamos en contra de la incorporación al trabajo y, menos aún, de la realización profesional de las mujeres, y de que estas ocupen puestos directivos a todos los niveles. Faltaría más.
Tampoco pretendemos imponer a ninguna mujer el parto natural ni la lactancia extensa, simplemente queremos poder ejercerlos quienes sí creemos en ella. Para ello, para ampliar los derechos a todos los tipos de maternajes que existen, es necesario cambiar algunas cosas, que no restringen los derechos de nadie, sino que los amplían.
Lo que sucede es que creo que la incorporación de la mujer al mundo laboral, público y político tiene que servir para cambiarlo.
Dice Edurne Uriarte en la entrevista citada anteriormente:

"Eso significa cambiar la organización de nuestras vidas, porque las carreras no van a cambiar para adaptarse a las mujeres que quieren las dos cosas."
Pues mi postura es que sí: que las carreras sí tienen que cambiar para adaptarse a las mujeres que quieren las dos cosas (maternidad y trabajo), como también tienen que cambiar para adaptarse a los hombres que quieren las dos cosas (paternidad y trabajo).
El mundo laboral tiene que cambiar. Tiene que cambiar para que todos, mujeres y hombres, trabajemos un poco; y todos, mujeres y hombres, nos dediquemos un poco a criar a nuestros hijos.
Lo que no puede pasar es que todos estemos 12 horas diarias trabajando, mientras la crianza, el hogar, los cuidados a niños, enfermos y ancianos, los trasladamos precariamente a las mujeres más pobres, a las inmigrantes, a las empresas privadas y al Estado (a través de oficios y profesiones cada vez peor pagados). Inmigrantes que trabajan sin contratos; guarderías privadas que pagan 600 euros mensuales a sus educadoras; y educadoras de guarderías públicas que, junto con los demás funcionarios, han visto incluso su sueldo aún más reducido recientemente.
El amor y el cuidado debe ser reivindicado como algo digno de ser realizado y vivido por todos los seres humanos, y no como algo precario que hacen aquellos que no pueden acceder a otra cosa. El amor y el cuidado no cotizan en bolsa y están fuera de la lógica mercantil: ¡hay que defenderlos con política y con dignidad personal!
Me temo que la postura de Badinter y la de Uriarte arrastran parte del rol tradicional de las mujeres de clases altas: figurar en sociedad, mientras otros se ocupan de sus hijos. La crianza en el mismo saco que las labores domésticas. Los hijos al cuidado de otros.
Las mujeres de clases altas nunca amamantaron ni criaron a sus hijos a lo largo de la historia patriarcal. Tampoco podían antes acceder a las profesiones liberales ni a los cargos políticos. Su único rol consistía en ser la señora de Mr. X, parir muchos herederos, y pronto volver a figurar en los salones.
Badinter, Uriarte y el feminismo clásico de la línea de Simone de Beauvoir defienden la incorporación de la mujer a las profesiones liberales, a los cargos públicos y económicos, al poder político... pero no reivindican el otro lado que también nos fue arrebatado a las mujeres: el embarazo consciente, el parto libre, la lactancia placentera, la maternidad plena; y el cuidado de los débiles, que debería correspondernos A TODOS.
Según ellas, eso debe seguir siendo ocultado, desprestigiado y delegado en otros. Eso es algo que sólo hacen LOS POBRES.
Lejos de haberse liberado del patriarcado como afirma Uriarte, las feministas clásicas representan el CULMEN DEL PATRIARCADO: la mujer totalmente conversa al mundo masculino, al mundo de la competitividad, de la lógica mercantil, del consumo, de la vida exterior, del PODER entendido tal como lo han entendido los hombres: jerarquía, privilegios, altos cargos, oligarquía.
Tengo la impresión de que estas mujeres sólo hablan en nombre de aquellas profesionales cualificadas y con éxito que ganan 5000 euros al mes, y que, como ellas, han accedido a los centros de poder y han podido dejar a sus hijos en manos de chachas, criadas e institutrices... (como han hecho históricamente las mujeres de clases altas a las que ellas pertenecen).
Y mucho me temo que sus maridos tampoco se ocupan de las labores domésticas, que quedan en manos de empleados ("de segunda categoría"). Con lo que en esas familias precisamente lo único que se comparte al 50% si acaso es el dinero, porque el trabajo doméstico lo hacen otros. Así lo refleja también la psiquiatra Inmaculada Gilaberte en su libro Equilibristas: entre la maternidad y la profesión, donde cuenta la solución que ella encontró: una amorosa inmigrante que se ocupa de sus hijos.
Tengo la impresión de que estas mujeres sólo defienden el derecho a incorporarnos al modo de vida de los ricos, mientras los pobres se ocupan de aquellas tareas que nosotros NO QUEREMOS HACER, incluido con ello cuidar a nuestros hijos.
¿Y qué hay de todo el ejército de limpiadoras, cajeras de supermercado, dependientas, cuidadoras de ancianos y niños, oficinistas, auxiliares...que trabajan por menos de mil euros al mes, sin realización profesional, y sin poder pagarse una nanny que a la vez cuide de sus hijos? ¿Para estas mujeres la incorporación al trabajo asalariado ha supuesto realmente una liberación, o una doble carga?
Por otro lado, y dejando la discusión sobre las mujeres, están los niños.
Niños que fuimos, somos y seremos todos. Están EL AMOR Y LAS EMOCIONES. Algo que no se encuentra en el mercado laboral, ni en los colegios de élite, ni tampoco en las cuidadoras inmigrantes (que a su vez se ven obligadas a dejar a sus hijos en sus países de origen). Es perpetuar la cadena del abandono, los hijos de cada una en manos de otras.
Los bebés y niños necesitan ser amados por sus padres. Para eso, para sentirse amados, NECESITAN PASAR TIEMPO CON NOSOTROS. Necesitan leche materna (que sólo las mujeres podemos dar), cuerpo materno y paterno, hogar, comida saludable, comunicación, dedicación personal por parte de sus progenitores. Si para ello hace falta "cambiar las carreras": ¡cambiémoslas! Para eso precisamente teníamos que llegar las mujeres al poder.
Si la maternidad perjudica el desempeño laboral: ¡cambiemos las formas de desempeño laboral! Si el desempeño laboral perjudica a la maternidad: ¡cambiemos las formas de desempeño laboral!
¿Por qué suponemos que podemos cambiar la organización de nuestras vidas, por qué suponemos que podemos sacrificar a nuestros hijos, por qué suponemos que no hace falta ser "buenas madres" ni "buenos padres" y NO SUPONEMOS QUE PODEMOS CAMBIAR EL MUNDO LABORAL Y PRODUCTIVO, EL MUNDO SOCIAL Y POLÍTICO, a favor de nuestros hijos y del futuro?
La jornada laboral de 8 horas es una reivindicación del siglo XIX. Parece increíble que 200 años después, con la mujer incorporada al trabajo (o sea, el doble de mano de obra disponible), y con todos los adelantos de la robótica, inteligencia artificial e internet, no sea posible REDUCIR LAS JORNADAS LABORALES. Producir más en menos tiempo.
Parece increíble que cada familia necesite hoy que los dos miembros de la pareja trabajemos entre 8 y 12 horas diarias, dejando a nuestros hijos sin atención familiar, para PODER COMPRAR lo que creemos que necesitamos para ser felices.
¿Lo lógico no sería que, tras la incorporación de la mujer al trabajo y tras el aumento exponencial de la productividad que trae la era digital, TODOS TUVIÉRAMOS QUE TRABAJAR MENOS HORAS?
¿Trabajar menos horas para estar con nuestros hijos, trabajar menos horas para repartir el empleo, trabajar menos horas para que los ricos no se enriquezcan tanto, trabajar menos horas para consumir menos, trabajar menos horas para repartir mejor las riquezas, trabajar menos horas para disminuir la explotación intensiva de la mano de obra y de los recursos naturales?
Transformar el mercado laboral: reducción de la jornada laboral, eliminación inmediata de la jornada partida, teletrabajo, trabajo por objetivos, cambios en la organización del trabajo, aumento de la productividad, trabajo sin horarios rígidos, racionalización de los horarios de trabajo, trabajos a los que se pueda ir con nuestros hijos, trabajos en casa, trabajos más motivantes, mejor gestión de los recursos humanos,  más prestigio para los trabajos de cuidado del otro (cuidadores, educadores, enfermeros, auxiliares... que deberían ganar más que un ejecutivo de Banca, más que un notario y hasta más que un Ministro, dado que realizan las labores de mayor importancia social), bajas maternales más largas como en los países nórdicos urgentemente, verdaderos permisos de lactancia, más recursos estatales para guarderías públicas y al mismo tiempo para las madres y padres que quieran permanecer con sus hijos ahorrándole ese gasto al Estado, hacer compatible el mundo laboral con la crianza de los niños pequeños: ¡de eso es de lo que deberían ocuparse LAS MUJERES POLÍTICAS E INFLUYENTES en el mundo de hoy!
Nuestros hijos merecen que dejemos de pelearnos entre hombres y mujeres, entre feministas y no feministas, entre profesionales y "talibanas de la teta", y lleguemos a acuerdos que tengan en cuenta sus NECESIDADES AFECTIVAS Y EMOCIONALES. Nuestros hijos merecen que no les abandonemos, merecen que pensemos en el futuro.
Señora Uriarte: los siglos de búsqueda de sustitución de la naturaleza por la cultura, la ciencia y la razón, se han cobrado precios muy altos. Hoy toca, no renunciar a la cultura, la ciencia y la razón, sino hacerlas compatibles con la naturaleza, o desaparecemos todos. Como bien dijo Goya "la razón engendra monstruos". Apelemos al co-razón.
PD: Veremos, más temprano que tarde, a una diputada danto teta en el Congreso, o a una Ministra que confiese haber amamantado 6 años. Lo veremos, claro que sí.”