(Cosa que no ocurre desde que le conozco porque me volví una modosita...) Bueno, a lo que vamos vamos. Soy una maruja del siglo XXI, más moderna que el 'blurrei' -como dice uno que yo conozco ;)- Soy licenciada universitaria, domino un idioma aparte del mío, he vivido y trabajado en otros países y en el mío también... una chica de mi tiempo, vaya. Pero ahora, heme aquí, en paro, en casa, de mami 'full time'. Y a eso quiero ir, me hallo en paro como situación laboral, no porque considere que estoy parada. Ni yo, ni ninguna madre que conozca.
De bien jovencita yo ya apuntaba maneras. Maneras feministas, quiero decir. No me gustaba la situación de desigualdad en la que vivían muchas de las mujeres que conocía. Sin posibilidad de haberse formado como les habría gustado y destinadas exclusivamente a sostén doméstico de una familia. Yo quería estudiar, apender cosas interesantes, viajar, vivir... las cosas que ellas no habían podido hacer. Y quería trabajar y tener mi propio dinero, por supuesto. Sentir que no necesitaba de nadie más, y por supuesto, no depender económicamente de nadie. También soñaba con formar una familia, pero no sabía cómo, porque nunca imaginé encontrar realmente el compañero que quería para ello. Por ello en mis ensoñaciones siempre daba más importancia a mi futuro trabajo exitoso y lleno de actividades que a mis hijos soñados.
Que ninguna persona capaz debe depender en exclusiva de otra para vivir es sólo una regla de sentido común y de justicia. De ahí la importancia de educar de la misma forma a niños y niñas en que deben ser lo más autosuficientes que les sea posible, sabiendo que sus habilidades les servirán a ellos mismos y al grupo de convivencia que decidan formar. Una niña, futura mujer, debe saber que tendrá el derecho (y obligación) de sustentarse a sí misma y a su familia, si decide formar una. Igual que un niño. Pero también debería saber que si elige crear una familia, debería tener derecho a ausentarse de esa obligación, que solidariamente recogería su compañero/a por el bien superior del grupo. Y que con él podría compartir. Yo creo que no nos permitimos ser madres y sólo madres durante un tiempo porque nos da miedo. Miedo a estar en desventaja, miedo a perder el tren en nuestra profesión, miedo a perder nuestra identidad individual... todos esos miedos podrían tener solución. Una mujer, en un pareja de iguales, nunca estará en desventaja por no ganar dinero. Solución: buscar una pareja que realmente nos considere como un igual. Nuestro sistema económico penaliza a la mujer que se retira durante un tiempo a 'otra tarea'. No guarda su puesto, la minusvalora porque perderá horas en ir al pediatra (??). Si los Recursos Inhumanos de las empresas supieran algo sobre verdadera productividad, o simplemente fueran tan humanos como dicen, sabrían que la maternidad otorga cualidades a las mujeres que no encontrarán en otro sitio. Lo malo es que esas cualidades importan poco en la balanza de grosos beneficios a corto plazo... Solución: iniciativa ciudadana y/u obrera para obligar a que el sistema empresarial cambie, y trabaje en favor de todos, no sólo del suyo. La conciliación laboral/familiar es el timo de nuestro tiempo.
Ya... soy una utópica, verdad? ya contaba con ello...
También me gustaría aclarar desde ya, porque a más de un@ le van a surgir dudas, que no me he vuelto loca de repente y estoy en contra de que las mujeres trabajen. Parto de la base de que trabajar hemos de trabajar todos, al menos lo mínimo para cubrir nuestras necesidades. Los hombres y mujeres que deciden vivir solos su vidas, o tienen que hacerlo por imperativo del destino, pues de forma evidente. Y en el entorno de una familia, todos sus integrantes han de aportar algo para el crecimiento de la misma (aunque me gustaría decir que no sólo al crecimiento económico), grandes y pequeños.
Pero me temo que hemos caído un poco en el engaño de que trabajo es siempre sinónimo de realización personal, y que ninguna persona, y por ende, ninguna mujer, puede realizarse si no trabaja fuera de casa (repito: hablo de realización y no de subsistencia). Y vuelvo a repetir: eso me parece un engaño. Porque hay afortunad@s que trabajan en lo que les gusta y se sienten bien, pero hay una inmensa mayoría que trabaja en trabajos de mierda, que no tienen que ver con su vocación ni por el forro y por cuatro perras mal dadas. Se trabaja porque hay que comer, no porque a mucha gente le encante lo que hace. A veces también trabajamos porque necesitamos muchas cosas que no son el comer. Para mi gusto, y que conste, es mi opinión personal, a veces, demasiadas cosas. Y si necesitamos demasiadas cosas hay que trabajar mucho, desde luego, para poder tenerlas. Sociedad de consumo. Tener por encima de ser. Por encima de estar.
Cuando pensaba en cómo cambiaría mi vida cuando fuera madre, me angustiaba muchísimo. Sabía que tendría que tomar decisiones, priorizar, y eso me asustaba. Y me jodía, por qué no decirlo. Pensé que perdería mi status. Si decidía quedarme en casa con mi bebé y no trabajar fuera sería una de esas mujeres que no ganan dinero, una paria, una vaga comodona (como alguna vez tuve que soportar que alguna me dijera ... pero la vida pone a todo el mundo en su sitio). En mi caso, seguir trabajando no era una opción, porque yo no estaba en ningún puesto de ninguna empresa cuyo sueldo me permitiera el pensarme poder pagar una guardería. Los abuelos no están cerca, ni yo les obligaría a semejante compromiso, tampoco, si ellos no se ofrecieran. Mi marido, pobre, que piensa que esta situación de elegir es muy injusta, me decía que , si quería, buscase un trabajo con un sueldo decente y él se quedaba en casa con el bebé... mi niño... (ironía ON) a lo mejor es que él también es un vago que le gustaría vivir en casa cómodamente mientras yo le mantengo (ironía OFF).
Pero finalmente, él tiene suerte de tener un trabajo vocacional que adora, mejor o peor pagado, y yo en el fondo quería quedarme con mi cachorrito, y lo hubiera pasado realmente mal si hubiera tenido un trabajo al que decidir volver o no volver. No pienso estar en casa el resto de mi vida, pero es mi intención al menos durante un tiempo, si podemos permitírnoslo. Si algo he comprendido desde que soy madre y veo la vida con otros ojos, es que los niños de hoy en día están 'faltos de padres'. De madre y de padre. Algunos tienen mucha suerte y se crían con abuelos estupendos. Pero no todos. Y en cualquier caso, no son sus padres. Cuando llegamos a casa intentamos darles tiempo de calidad, pero muchas veces el resto de las obligaciones domésticas tampoco nos deja.
Sí. Yo también me angustiaba pensando que algún día, mi marido me iba a tener que "mantener". Menos mal que él fue quién me convenció de que en este equipo, lo de todos, poco o mucho, es de todos. Quizá hoy lo gane él, y mañana yo, y alguna vez de nuevo los dos a la vez, como ha sucedido hasta ahora. Creo que muchas mujeres de hoy en día no se sienten cómodas en esta situación, y creo que deberíamos reflexionar sobre ello. Para mí, yo sí siento que cumplo con mi parte. Quedarse en casa con un bebé teniendo verdadera presencia no es sinónimo de perrear todo el día viendo telenovelas y tocándose la pochocha (que también las habrá, allá cada uno). Un niño y la faena doméstica -incluso la menos exigente, como es la mía- dejan muy poco tiempo para tocarse la pochocha. (Por cierto, llevo una semana escribiendo este post...)
A lo mejor me estoy equivocando, y he puesto todos los huevos en la cesta equivocada. Lo mismo mi marido dentro de 10 años me deja por dos de veintipico y me quedo con un mano detrás y otra delante por no haber estado cotizando todo este tiempo. Lo mismo el día de mañana me queda una pensión aún más mierdosa que si hubiera estado trabajando. La cuestión es que confío en la cesta en la que he puesto mis huevos. Y antes nunca pensé que eso podría suceder. Si la apuesta sale mal, al menos sabré que mereció la pena correr el riesgo. Y sobre todo, decidí yo. Nadie me obligó a ello, la vida me daba más opciones. Antes otras no las tuvieron. Yo sí, y he decidido esto.
Por último quiero que conste expresamente que esto no es un alegato contra las mamis que se reincorporan a sus trabajos. Este es un viejo tema de discusión con amigas y conocidas y yo soy la primera consciente de que hay muchos casos y circunstancias, y para nada es mi intención juzgar a nadie, más aún cuando sé que muchas de ellas vuelven porque tienen razones poderosas, porque si de ellas dependiera, también se quedarían más tiempo con sus cachorros. Muchas lloran los días de antes y después de la vuelta al trabajo. Muchas hacen lo posible por compatibilizarlo en equilibrios imposibles, y unas se las apañan para trabajar con sus hijos cerca, incluso en sus propios negocios, otras reducen sus jornadas, y corren todo el día de un lado para otro, deseando que cada minuto pase más rápido para volver a casa, otras piden excedencias...y muchos otros casos que me dejo en el tintero. Casi ninguna mamá querría separarse de sus cachorritos cuando son tan pequeños. Por eso, las mujeres, por puro sentido común, no podemos, no debemos echarnos los perros unas a las otras, porque estoy segura de que cada una intenta sacar su situación adelante lo mejor que puede. Al final, para la sociedad, como dice Lucía Etxebarría en El Club de las Malas Madres, todas las madres somos malas (nota mía: y la mujer en general, desde el final del matriarcado...). La que trabaja fuera de casa, porque lo hace, y la que no, porque no. Si perdiéramos menos el tiempo en culparnos unos a otros y diéramos algún pasito para construir una sociedad más justa y solidaria todos recogeríamos los frutos.
Especialmente nuestros hijos.
(si alguien ha llegado leyendo hasta aquí, creo que debo hacer como Papá en Prácticas e invitar a un pincho de tortilla...)