lunes, 8 de marzo de 2010

A algunos, cuando nos hacemos padres, se nos va la cabeza (mucha gente piensa)

Copio y pego literalmente desde Babóg. org, su entrada "¿Busco guardería o cambio de vida?":

"Cuando llega el momento de volver al trabajo aparece la pregunta de la guardería, la niñera, los abuelos o cualquier otra posibilidad que pueda mantener protegido y cuidado a nuestros hijos mientras estamos fuera. Las guarderías son centros donde unos cuidadores se hacen cargo de los pequeños. Normalmente tienes un cuidador por cada 10, 5 ó 3 niños si tienes suerte. Depende de la normativa de cada país. Para un cuidador, la guardería es su trabajo, un lugar donde tienen que hacer determinadas horas, tener descansos, vacaciones, etc. Hay algunos que lo son vocacionalmente, otros no. De nuevo, la normativa reguladora del país donde se encuentre el centro hará que los cuidadores cumplan una serie de requisitos profesionales o no. Puede que estén titulados, o no.

He escuchado que la sociedad se ve abocada a las guarderías porque ambos padres tienen que trabajar duro para salir adelante, que ya no es como antes, etc. Conozco a muchas parejas que trabajan duro pero no para “salir adelante”, trabajan duro para mantener un estatus profesional y social , una casa con muchas habitaciones, dos coches, videoconsola… Estas parejas suelen depender de dos sueldos de tal forma que si uno de ellos falla caen en la bancarrota o en una depresión profunda.

Considera si tu modo de vida te satisface. Si vives por encima de tus posibilidadsuccess_and_happinesses analiza qué es lo que eso te aporta. Si no eres feliz entonces haz las cuentas y mira cuántas cosas son prescindibles en tu vida. Te sorprenderás. A la vez te darás cuenta de que luchando día a día por esas cosas materiales has dejado atrás las cosas verdaderamente importantes.

Crear una familia es una de esas cosas importantes.

Todos tenemos que pagar facturas y el dinero es en esta sociedad moneda de cambio para poder realizar todo lo demás. Pero también es verdad que esta sociedad nos ofrece infinidad de posibilidades. Muchas veces simplemente nos negamos a ver alternativas.

Empieza por plantearte, por ejemplo, reducir tu jornada o que uno de los dos no trabaje. No estoy diciendo que sea la madre la que deba dejar el trabajo. Un padre, es perfectamente capaz de cuidar de sus hijos y hacerlos inmensamente felices, siéndolo él en el proceso. El caso de mi familia es un claro ejemplo. Más adelante Luis os contará detalladamente qué nos llevo a adoptar este modelo de vida pero te quiero adelantar las razones por las que lo hacemos así. Luis es el que se queda en casa cuidando a nuestra hija, mientras que yo trabajo por la mañana, 5 horas, para tener el resto del día con ellos. Sigo amamantando a mi hija, además.

Antes nuestra forma de vida era la normal para este tipo de sociedad consumista: los dos trabajábamos largas horas, ganábamos mucho dinero, hacíamos grandes viajes, regalos, etc, pero a nivel personal nuestra vida era más bien insatisfactoria: no teníamos mucha, básicamente. Estábamos diluidos en nuestras agendas. En los demás. Queríamos ser los más guapos, los más listos, los más exitosos.

Cuando nos planteamos tener una familia decidimos volver a pensar nuestro modo de vida. No veíamos cómo podíamos ser felices con niños alrededor, trabajando largas horas y estando muy cansados luego para poder dedicarles nuestra atención, compitiendo y siendo los número 1 en todo lo que hacíamos. En nuestras agendas no cabía nada, ni siquiera nosotros mismos. Todo eran cursos, trabajo, dinero, vida social.

Hicimos las cuentas, estudiamos nuestra forma de vida. Resultó que gastábamos lo que ganábamos pero no disfrutábamos de la vida, de las pequeñas cosas, de los momentos. Había que esperar al fin de semana o a esas vacaciones de “ensueño” para disfrutar. Y muchos fines de semana estábamos tan cansados que ni siquiera los disfrutábamos. Sufríamos alergias y otros dolores. Teníamos más relación con los compañeros de trabajo que entre nosotros mismos. Nada era suficiente. Siempre queríamos más. Eramos competitivos incluso entre nosotros. Nuestra vida no era nuestra. No estábamos en control.

Cuando nos planteamos seriamente cómo estábamos viviendo nos aterrorizó, nos tambaleó, pero nos abrió la puerta para salir del círculo vicioso. En nuestro caso consideramos que uno de los problemas básicos era el trabajo. Nos estaba robando la vida. Especialmente el de Luis.

Un día Luis, como buen caballero andante, dejó su trabajo de largas horas y prestigio, yo reduje mi jornada y nuestros gastos fueron reducidos al mínimo. Mi salario que es ahora el principal da para vivir modesta pero dignamente. No tenemos la casa más grande, ni jardín, ni dos coches. Pero hemos salido de lo convencional tranquilamente. No echamos de menos lo que hemos perdido al tener menos dinero. No nos ha pasado nada malo. Todo lo contrario. Hemos ganado a manos llenas. Por fin tenemos una vida. Estamos en control.

No tardó en llegar la reacción de familiares y amigos: ¿pero qué estáis haciendo? ¿no os da miedo dejar el trabajo? ¿qué va a ser de vosotros?

Tras muchas explicaciones dejamos de darlas. Para salir de cualquier círculo debes querer salir, no puedes convencer a nadie de que lo haces por tu bien. Tienes que hacerlo y ya está. Cada uno debe cuidar su vida y hacer de ella lo mejor que sabe, lo que le haga feliz. Nos sorprendió que mucha de la gente que nos criticó o acusó de locos en un principio nos respeta ahora más que nunca e incluso nos estudian como modelo a seguir. Cuando eres feliz lo irradias. Es cuestión de tiempo que los demás se den cuenta de que tu decisión era la correcta. Y si no lo hacen, peor para ellos. Mientras seas feliz lo demás es relativo.

Una hija después de nuestra “locura”, nuestra calidad de vida ha mejorado sustancialmente. Todos los días a las 2 de la tarde estoy de vuelta del trabajo y dedicamos nuestra tarde a jugar con nuestra hija, salir con las bicis, admirar a nuestra gata… Otros días cocinamos, vemos alguna película, vamos a pasear o a la playa. Luis disfruta a nuestra hija cada mañana y tiene tiempo para investigar, asistir a seminarios, incluso matricularse de nuevo en la universidad y hacer lo que le gusta (mira “Cómo estudiar: otra forma de hacerlo”) Tenemos menos dinero, es verdad, y hay cosas materiales que no podemos tener, es verdad, pero nuestras alergias se han ido, nuestra relación sentimental es más fuerte que nunca y cada día es para nosotros un “fin de semana”. De hecho llegamos al fin de semana descansados y felices, sin esa sensación de “por fin es viernes” o “qué horror ya es domingo por la tarde”. En nuestro tiempo libre trabajamos nuestra capacidades, descubrimos nuestras flaquezas y fortalezas y estamos en un continuo aprendizaje que antes, trabajando largas horas para otros, no teníamos. Estamos “trabajando” para nosotros por primera vez en nuestra vida. Cada día nos aportamos algo nuevo y valioso. Esta página web es un ejemplo. Para nosotros escribir aquí es un placer difícilmente superable por bonus o fiestas de Navidad de empresa.

Antes de buscar guarderías u otras variantes pregúntate cómo vives y si te hace feliz, sobre todo, de cara a tener hijos, pregúntate si cabe un niño en tu vida, qué puedes ofrecerle. Te darás cuenta que abriendo el espacio para tus hijos abres el tuyo propio. La maternidad/paternidad no es un sacrificio, es un redescubrimiento de ti mismo. Una vuelta a lo básico, a lo que importa.

Por supuesto que puedes hacerlo todo y tener hijos también, pero te frustrarás a menudo. La familia requiere tiempo. Si no lo tienes, la carencia puede arrastrar problemas importantes, no sólo para ti sino también para tus hijos.

Aprovecha la oportunidad de ser padres para dedicarte una vida mejor.

Quiero contarte una historia que me contó Luis ayer y que ilustra lo que estamos hablando. A los elefantes que son amaestrados, se les ata cuando son pequeños una pata al suelo fuertemente con hierro sellado al suelo para que no puedan moverse. Lo intentan y lo intentan, pero no pueden. Cuando crecen, los cuidadores simplemente tienen que poner una estaca de madera en la tierra atada a una cuerda por un extremo y a una pata del elefante por el otro, para causar el mismo efecto. El elefante no escapará. Ni lo intentará.

Había escuchado otra historia hace algún tiempo. Parece ser que a determinados monos en África se les caza metiendo una manzana en una jaula. El mono va, mete la mano para coger la manzana pero no la saca porque la manzana está presa. Entonces se queda ahí, esperando a que la manzana quede libre, hasta que llega la mañana y el cazador llega y lo captura.

Dejando a un lado la brutalidad de los dos ejemplos, mis disculpas en nombre de la humanidad a los monos y los elefantes, nuestras creencias son como las suyas: herméticas. A veces los cambios no son posibles porque no queremos verlos, porque nuestras creencias están tan distorsionadas que no nos planteamos que otro modo de vida sea posible.

Abre los ojos."

Mi propia reflexión: podría decir sencillamente que estoy de acuerdo con la autora. Y lo estoy, vaya que si creo en el cambio de vida :) pero desde ya, entiendo que mucha gente no puede permitirse ni siquiera pensar el cambiar de vida, al no contar ni con los mínimos recursos para una vida digna (con esto me refiero a un techo bajo el que cobijarse y alimentación suficiente para subsistir). Pero es que además, a muchos otros no les gusta ni siquiera planteárselo, en las más de las ocasiones porque da mucho miedo. Sobre todo miedo a perder cosas que nos han costado mucho esfuerzo. Y por supuesto no hablo de cosas materiales. Cuantos más papás y mamás conozco, más cuenta me doy de que las diferentes situaciones no podrían ser más heterogéneas. Y lo que vale para una familia, para otra no vale en absoluto. Por eso, ni los 'cambios absolutos de vida' ni las guarderías son el mejor remedio 'para todo el mundo'. No hay 'café para todos' que valga...

El momento de hacerse padre o madre es el momento crucial en el que deberíamos plantearnos qué nos hace felices, a nosotros y a nuestros hijos. Y hacer los cambios y los ajustes necesarios. No ya sólo por nuestro propio bien, sino por el de los pequeños.

Qué gran verdad es esa de que "los hijos te cambian la vida para siempre" :)

Imagen:

http://www.curiousread.com/2007/10/if-you-want-to-change-your-life-change.html

9 comentarios:

  1. Hola Caro,pues una vez más tienes razón. No hay café que valga para todos. Si las cosas fuesen siempre blancas o negras todo sería más fácil. Pero normalmente estamos entre los grises. Personalmente espero encontrar el equilibrio que me decías en tu comentario y admiro a las que sois valientes para tomar otras decisiones. Bss.

    ResponderEliminar
  2. A veces no es sólo cuestión de valentía, mi niña :) como bien ha matizado Chelo en tu post, es diferente tomar algunas decisiones dependiendo desde el sitio 'del que saltes' :) y yo lo tenía fácil, no tiene mucho mérito. Cuando tienes poco que perder, es más sencillo.

    Te conozco sólo de leernos (por ahora! ;)) pero me pareces una mujer sensible y muy muy sensata, que te cuestionas cosas en las que otros sólo toman partido borreguilmente, a un lado o a otro :) lo del equilibrio, lo tienes chupao ;)

    ResponderEliminar
  3. Hola guapetona!!
    Ahora te leo, pero primero te digo.. la foto que te pirra es mi peque :) aixx es que se me cae la baba :)

    ResponderEliminar
  4. qué bonito relato :-)

    la metáfora del café es buenísima, creo que la usaré a partir de ahora, con tu permiso ;-)

    Efectivamente, los niños te cambian la vida y de qué manera!, yo no me cansaré de decir que mi me la cambiaron, y sólo a mejor y aunque en el post de mamareciente he dicho lo que he dicho (que es lo que pienso) también quiero confesar aquí que cada día envidio más a las madres que podéis pasar todo el día con los peques y creo que sois unas campeonas con kilos de paciencia y en muchos casos una gran capacidad de sacrificio,

    Un beso,

    ResponderEliminar
  5. Totalmente de acuerdo, cada cual tiene sus limites y prioridades, que suelen estar basados por donde y como nos criaron, vivencias propias y proporcionadas por nuestro entorno, sociedad...

    recuedo una vez, que me comentaba una compañera de trabajo de mi marido que tenia muchas ganas de tener familia, hacia unos pocos años que se casó, los mismos que yo, pero claro, no podia, pues casi no les quedaba sueldo ni para ellos, menos aun para alimentar a una criatura.
    y yo en ese momento... no dije nada, pues el sueldo de mi marido (unico sueldo en casa) era el que ella tenia como segundo sueldo siendo menor que el de su pareja y estaba en espera de mi segundo hijo.
    Claro que cada cual tiene sus gastos, gustos, necesidades...

    ResponderEliminar
  6. Qué bueno este artículo, Caro, no conocía ese blog. Gracias por compartirlo.
    Ya me gustaría a mí que mi marido dejara de trabajar las 15 horas diarias que trabaja!!!
    :-(

    ResponderEliminar
  7. Jolín, Ile, no me extraña :((( es que excede todo lo racional... ojalá esa situación cambie pronto.

    ResponderEliminar
  8. Aquí otra que cambió de vida radicalmente, y estoy feliz y contenta de haberlo hecho, de criar y educar yo a mi hijo. Creo que no tiene precio. No juzgo ni critico a las madres que no lo hacen, muchas mujeres reducen sus jornadas, y el tiempo sin sus hijos es mínimo. Sí critico, y abiertamente, a las madres que pretenden continuar con jornadas inhumanas de trabajo a pesar de sus hijos. Eso es vivir? eso es salud? Es una pena que no se lo planteen la verdad.
    Mi marido tampoco acude tarde del trabajo. De lunes a viernes, salvo excepciones antes de las 6 en casa y el viernes a las 3 o antes, un lujo con los tiempos que corren. Que tenemos menos, pues sí, que no tengo un piso enorme, no, que no me marcho cada puente de vacaciones, obvio, pero los tres somos un equipo y nos gusta nuestra vida.

    ResponderEliminar