Hoy, en Elpais.com. Lo penoso es que mucha gente leerá esto y no se verá reflejada ‘No, no, esta no es la situación en mi casa…’. ¿¿Estás seguro?? El orden de prioridades en nuestra sociedad es de pena. Y lamentarse de que ‘el mundo es así, yo no puedo hacer otra cosa’ es entendible en muchísimas situaciones desesperadas, pero que no son la mayoría ni mucho menos. Y sí, por supuesto, que individualmente cada uno de nosotros podría poner su granito de arena para cambiarlo. Pero en el fondo quizá no nos apetezca tanto tampoco. Si algo te parece injusto ¿por qué no haces lo que esté en tu mano para cambiarlo, en vez de quedarte ahí lloriqueando y echándole la culpa a otros? Ya lo sé: lo segundo es más fácil y más cómodo.
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“Crecer sin ver apenas a los progenitores multiplica los problemas de la adolescencia - Menores de familias acomodadas ingresan en internados y centros tutelados por la poca dedicación a los hijos
JOAQUINA PRADES 14/02/2011
Lo tienen todo menos lo imprescindible. Casas confortables, padres con profesiones de éxito, toda la tecnología casera disponible en el mercado, ropa de marca, dinero para gastos, caprichos... Pero les falta algo. Los adolescentes urbanos procedentes de familias de clase media y media alta empiezan a llenar las consultas de psicólogos y pediatras sociales aquejados del mal de la soledad. Han crecido casi por su cuenta, a cargo de cuidadoras ajenas a la familia, y sus padres, ocupados a tiempo completo en mantener el estatus social, carecen del tiempo que ellos demandan. Las consecuencias suelen ser perversas: trastornos de conducta, agresividad, enfrentamientos constantes con los padres... Y también una tendencia al aislamiento preocupante. Tanto, que algunos adolescentes han empezado ya a ser catalogados en situación de riesgo y enviados temporalmente a pisos tutelados por la Administración.
Es una circunstancia insólita, porque este tipo de centros -con capacidad para alrededor de media docena de chicos y chicas adolescentes, asistidos por psicólogos y trabajadores sociales- han estado habitados hasta ahora exclusivamente por chavales de familias desestructuradas, aquellas en las que los progenitores están en prisión, o enfermos sin medios de subsistencia, parados sin futuro y toxicómanos en el amplio sentido de la palabra, la mayoría alcohólicos. Ahora, sin embargo, empiezan a compartir habitación con adolescentes ricos a quienes nadie hubiera imaginado bajo la tutela de los servicios sociales de las comunidades autónomas. El nexo entre unos y otros es el desamparo.
En algunos casos los padres delegan el problema en la Administración; en otros, se sigue optando por el internado, dependiendo de su pertenencia a la escala baja o alta de la clase media. Según los expertos, ambas fórmulas de alejamiento del menor conflictivo del hogar se da cada vez con más frecuencia y aflora a edades más tempranas.
Estas conductas antisociales ¿obedecen a una venganza de los adolescentes contra los progenitores por haberles sometido a un semiabandono de hecho? ¿O es su manera de protegerse del desvalimiento propio de los años más confusos de la existencia? ¿Se recuperan socialmente estos chicos difíciles y solitarios?
"La víctima siempre es el menor", asegura Blanca Betes, responsable de la clínica madrileña Psiceduca, especializada en trastornos de la adolescencia. "Son situaciones difíciles que se pueden tratar con bastantes garantías de éxito si aún no han entrado en la adolescencia. Después es peor. Cuanto más se aplaza el problema menos solución hay. Son terapias largas, con un coste económico en ocasiones elevado y que requieren tiempo. Lo primero no es problema, casi siempre llegan a la consulta familias bien situadas. Lo difícil es el tiempo. Viajan mucho, están liadísimos. Alegan que no pueden y les creemos, porque llevamos un tren de vida frenético del que es muy difícil bajarse".
Pero se paga un precio alto por ello. El menor se enmaraña aún más en la espiral del conflicto y la desesperanza. Los padres se muestran derrotados y lamentan la desgracia de tener un hijo así.
El primer contacto con los profesionales proviene habitualmente de la madre. Aunque ambos progenitores trabajen, sigue siendo ella la que busca tiempo para recurrir a la ayuda de los expertos. El lamento inicial tiene un patrón común, según Blanca Betes: "Mi hijo es un desastre, no va a clase, suspende todo. Está agresivo, nos insulta y hasta nos pega. Vivimos en el infierno". Los padres siempre echan la culpa a los hijos. Se sienten víctimas de una injusticia: han dado todo por ellos y solo reciben disgustos. A medida que avanza la terapia, asoma el sentimiento de culpa. Al final, asumen que, efectivamente, le han dado todo, excepto su tiempo. Y no es un detalle menor.
Con más de una década de experiencia, Blanca Betes ha aprendido a traducir el lenguaje de los adolescentes: "Iros a la mierda", dirigido a los padres significa "estoy muy solo. No me queréis. No me cuidáis. Tenedme en cuenta; incluidme en vuestras vidas".
"Muy a mi pesar", añade la directora de Psiceduca, "en ocasiones los chicos están dispuestos a cambiar si sus padres también lo hacen, porque se sienten muy desgraciados. Pero la falta de tiempo de los mayores lo estropea todo. Un caso reciente mío concluyó con el internamiento del chaval en un colegio de élite de Suiza, porque a sus padres les resultaba imposible acudir a terapia".
A partir del alejamiento, bien sea en un piso tutelado o en un internado de lujo, el vínculo emocional corre serio peligro, según los expertos. "El internado es percibido por el menor como 'no solo me has abandonado, sino que me alejas de tu vida". La reacción típica es cerrarse aún más en su grupo de amigos y mostrarse insultante y agresivo con la familia.
Algunos profesionales califican el desinterés de hecho de los padres como malos tratos. Lo denominan "negligencia por omisión del deber" y es causa de privación de la patria potestad. En España hay 35.000 menores tutelados por las Administraciones, aunque no es posible obtener datos sobre cuántos de ellos corresponden a la omisión del deber paterno. Arturo Canalda, defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, apunta la causa principal de la ausencia de estadísticas fiables: "Cada autonomía dispone de un sistema propio de calificación del abandono, y lo que en algunas es desamparo en otras es riesgo, y viceversa. Ninguna tiene la obligación de actualizar y especificar los datos, así que trabajamos un poco a ciegas, fiándonos del instinto y la experiencia".
El pediatra social del hospital Infantil Niño Jesús de Madrid Jesús García alertó a los senadores que consensuaron las líneas maestras de la futura reforma de la ley de adopción nacional de que "un padre sociópata no es solo quien abandona, maltrata o abusa sexualmente de sus hijos, sino quien hace omisión del deber de paternidad". Y reveló que la negligencia es la segunda causa de maltrato de la Comunidad de Madrid. Fruto de esta actitud, señala, "son los trastornos emocionales graves derivados de un abandono de hecho".
Cuenta este pediatra, que además preside la Asociación Madrileña para la Prevención del Maltrato Infantil: "Una madre, una profesional de mucho éxito, vino a mi consulta en demanda de ansiolíticos para su hijo porque mandaba 1.000 mensajes de móvil diarios. Sí, 1.000. Fui a ver su casa y su habitación era la cabina del Voyager: home cinema, mp3, iPhone, Mp4, Wii, consolas... todo. Sin embargo, era uno de los niños más desamparados que he visto. Sus trastornos eran una llamada desesperada de atención dirigida a los padres, a los que prácticamente no veía". Tras una terapia dura y prolongada, el caso empieza a arreglarse y el muchacho se está también recuperando de lo que los pediatras denominan ya "la sordera del MP3", que daña la capacidad auditiva, y la "artritis metacarpofalángica" de su mano derecha, resentida por tanto sms.
Otra pareja que pasó recientemente por su departamento en el Niño Jesús no pudo resolver el problema y perdió definitivamente la custodia por omisión del deber paterno. Eran dos ejecutivos veganos [vegetarianos estrictos] cuyo hijo presentaba encefalopatía grave por carencia de vitamina B12 y ácido fólico, "con unos retrasos mentales tremendos".
Este y los otros menores que han pasado por la misma causa a disposición de los servicios de protección de la Comunidad de Madrid padecen "encefalopatía hipóxico isquémica", lo que les convierte en dependientes de por vida. "A veces, el peor problema de los niños son los padres", concluye el pediatra, que combate con energía la teoría que surgió en los años sesenta -y aún sigue vigente en determinados ambientes- de que es mejor dedicar a los niños "tiempo cualitativo", es decir, poco tiempo pero proveniente de progenitores realizados, como se denominaba antes, que "tiempo cuantitativo": muchas horas, pero de madres presuntamente amargadas por su condición obligada de amas de casa. "Ni cuantitativo ni cualitativo", ataja el doctor García. "Los niños necesitan tiempo a secas".
En este contexto, ¿no se estará estigmatizando a este tipo de padres señalándoles con el dedo acusador? ¿No remueve esta situación el incómodo sentimiento de que triunfar en el trabajo implica descuidar a la familia? O su reverso: niños esmeradamente cuidados, ascensos imposibles, sobre todo en el caso de la mujer. ¿Siguen los estereotipos vigentes?
"Como en todo, hay que buscar el equilibrio. Pero en las actuales circunstancias no es fácil", comenta Jesús Poveda, psiquiatra de la Universidad Autónoma de Madrid y especialista en patologías de la adolescencia. "Los dos son a la vez culpables y víctimas. La educación de los hijos es su responsabilidad, pero si no se sabe o no se puede hacer mejor, el conflicto está asegurado". Muchos de estos padres son víctimas, a su vez, de la educación errónea que ellos mismos recibieron, y reproducen modelos difíciles de digerir para los jóvenes de la era digital.
"Antes los adolescentes tenían más fácil vivir lo que los psiquiatras llamamos 'factor de pertenencia' a través de la familia extensa y los amigos del barrio. Pero hoy eso rara vez lo tienen, y como el mundo real les resulta hostil buscan su pertenencia en el virtual. Vemos que tienen 500 amigos en Tuenti y ninguno en el barrio. No sirve".
A los padres, señala este psiquiatra, hay que ayudarles a distinguir lo necesario de lo urgente. "Cuando suena la alarma de la extrema gravedad -por ejemplo, un intento de suicidio por parte del menor- se apresuran a cambiar el horario laboral o buscan otro trabajo que les permita estar por la tarde con los hijos. Le han visto las orejas al lobo".
Jesús Palacios, catedrático de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Sevilla, no culpa ni exime a nadie. Solo destaca que "hay una curva ascendente de padres de clase media alta cuyos trabajos resultan tan absorbentes que no han prestado la atención debida a los hijos. Cuando eso se junta a los problemas de la adolescencia, ya han perdido el control de la situación familiar". En tales circunstancias, primero intentan que los educadores y los psicólogos remedien el problema. "Al final, ellos mismos piden a la Administración que se haga cargo de los hijos", añade Palacios.
El juez de menores de Granada Emilio Calatayud asegura: "El perfil del adolescente que agrede a sus padres o delinque a través de Internet o del móvil es de clase social acomodada, que lo ha tenido todo en el aspecto material y ha crecido solo, sin nadie con autoridad para marcar límites".
Este juez se hizo popular por dictar sentencias en las que colocaba al menor en el lugar de la víctima o su entorno. Si un chico apedreaba los cristales del instituto, la pena consistía en limpiarlos durante unos meses; si agredía a un compañero más débil, le obligaba a convivir con discapacitados; si había conducido borracho, a ayudar a los tetrapléjicos. Así ha conseguido éxitos en la reinserción de menores, pero ahora asegura sentirse algo desbordado por chavales agresivos con el entorno familiar y ciberdelincuentes reincidentes. Chicos que son separados temporalmente de sus padres y enviados a pisos tutelados. Al mismo tiempo, y si se cuenta con medios, se intenta que los progenitores cambien sus prioridades: sus hijos por delante del éxito profesional. "Más no podemos hacer".”
Imagen: (la pongo yo, no es del artículo en Elpais.com)
http://www.omnia.com.mx/noticias/cuenta-la-sspe-con-programa-de-atencion-ninos-solos-en-casa/
Lo vi esta mañana y lo comenté por facebook.
ResponderEliminarEl problema es que todo esto esta regularizado como algo normal en la sociedad, incluso necesario.
lo padres han de regresar a sus trabajos para poder ofrecer todo a sus hijos... que futuro les daremos.... que futuro estamos creando...
Es lo que llevo yo diciendo desde hace años. Esta sociedad ha cambiado mucho sus valores y ha terminado convirtiendo en normal lo que no lo es.
ResponderEliminarTe podría hacer muchas reflexiones al respecto pero la que resume todas es: ¿para qué tienen estos señores esos hijos accesorio?.
Sí... estoy de acuerdo con vosotras. Ese es el problema: que una gran mayoría de gente crea que esto es 'lo normal'... :(
ResponderEliminar'Lo normal' es no parar nunca de producir para no parar nunca de consumir, y no tener excesivo tiempo ni de pensar ni de plantearse nada más. ¿Esto me hace feliz? ¿Hace feliz a mi familia? ¿ES JUSTO? ¿Quién se beneficia de todo esto, yo u otros? ¿Por qué no puedo bajarme de esta rueda de hamster? Creo que muchos no se bajan por el miedo a la insolidaridad. El miedo a que el resto de 'esclavos' te echen en cara que te aprovechas de ellos si te sales de la rueda. Que entonces ellos tienen que trabajar 'extra' para tí. Esos esclavos no se plantean la propia esclavitud: sólo quieren que nadie se baje de la rueda para que pese menos, para no sentir la angustia de tener que hacerse preguntas, para no plantearse la cobardía que supone NO HACER NADA PARA CAMBIAR ALGO.
¿Por qué hay que 'realizarse' sólo en las épocas de tu vida que dictan otros? ¿Por qué hacerlo a cambio de estar lejos de tus hijos? ¿Por qué no puedo dedicar más tiempo a mis hijos, y volver a ser más 'productivo' cuando quiera y como quiera? ¿Por qué aceptamos normas que sabemos que son injustas y estúpidas?...
Y así seguiría horas.
Gracias, chicas. Por escucharme y por participar :*
Buenísimo, muchas gracias. Yo crecí con un padre ausente de lunes a jueves xq viajaba, mi madre siempre estuvo ahí para nosotros y gracias a ella somos lo que somos. Mi marido tiene un horario ya que salvo los días que tiene guardia, a las 3 esta en casa y yo trabajo hasta las 2; nuestra idea es seguir manteniendo estos horarios aunque nuestras carreras profesionales no sean tan buenas como se esperaría. Para nosotros lo primero es la familia. Aunque tb es cierto que tengo una cosita ahí clavada de no saber como afectara a mi hija el hecho de que yo trabaje... En fin, gracias de nuevo. Un besito
ResponderEliminarMaría, no creo que tengas que tener ninguna espinita clavada. Yo creo que ni el artículo, ni la filosofía de 'dejar de vivir por trabajar' sean incompatibles con horarios de trabajo razonables. TODOS tenemos que trabajar, la cuestión no es que ahora de repente todos los padres y madres dejen de trabajar para contemplar a sus hijos en éxtasis de felicidad y vivir del aire. Vuestros horarios me parecen super razonables. Algo asi me encantaría a mi cuando decida reincorporarme (que lo haré).
ResponderEliminarY es que, en último caso, no hay un horario perfecto para todas las familias, lo que sería ideal sería una flexibilidad que se acomodase a las necesidades de cada uno, respetando siempre a los niños.Conozco mucha gente con vuestros horarios a los que les va fenomenal; otras familias en las q los padres trabajan uno por la mañana y otro por la tarde y asi el bebé/niño pequeño siempre está con uno de los dos... yo creo que el trabajo no es el enemigo,si nosotros no le permitimos serlo (siempre y cuando estemos en condiciones de elegir, aunque está sensación difiere mucho de un individuo a otro).
Piensa que también hay gente que está en casa con sus hijos (padres y madres), no trabaja fuera de casa, y en realidad es como si no estuviera. De nuevo: no te vas a pasar el 100% del tiempo mirando a tu niño y jugando con él, pero entre eso y pasar de él todo el tiempo por hacer la casa, ver la tele, estar en internet, leer tu periódico,... en fin. ¿Me entiendes? Por eso yo tampoco veo que nadie sea mejor madre por 'dejar de trabajar'. Per se, como la decisión (cuando no obligación) de seguir trabajando no quiere decir nada.
Qué rollista soy, creo que estoy perdiendo la capacidad de síntesis :)
Increible y demoledor. Y lo peor es que no vamos a hacer nada, porque siempre tendremos una excusa para trabajar de sol a sol, la hipoteca, los créditos, el coche...
ResponderEliminarinteresante blog! lo mismo que el post y estoy totalmente de acuerdo. En que momento creemos que es más importante lo material que él cariño? Ojala nunca llegue a esos extremos
ResponderEliminarQué razón en tus palabras y que miedo da leer este artículo.
ResponderEliminarBesote.
A ver si hablamos... ya va siendo hora de un "parlaillo" :P
Mmmmmm pues fíjate, Supermamá, eso es algo que me gustaría: que la gente se cuestionase la necesidad de las hipotecas, de los créditos... ¿es absolutamente necesario endeudarse tanto? ¿qué necesitamos para vivir? yo prefiero encontrar excusas para trabajar lo justo, la verdad.
ResponderEliminarConstanza, me alegro de que te gusta lo que lees. Bienvenida, y como siempre digo, bienvenidas tus aportaciones :)
Ale, llevo días pensando en ello (y más desde anoche que leí tu último post), porfi, si tu encuentras el huequito (que tienes más faena), dame el toque y dejo lo que esté haciendo, ok??? Besototes!
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ResponderEliminarNo hay rollazo que disculpar, Belén, más al contrario, tu reflexión me parece oportuna y necesaria.
ResponderEliminarA nadie le gusta verse señalado. El artículo parece que sólo habla de gente de mucho dinero, con poder para mandar a sus hijos a internados exclusivos. Pero esa gente, aunque existe, no son la mayoría. Y yo creo que la mayoría responde más bien al perfil que tú describes. Por eso yo le decia a Supermamá, que yo prefiero vivir buscando excusas para trabajar lo justico y nada más, y no me acaba de entrar en la cabeza por qué la mayor parte de la gente lo hace al revés. Y sigo prenguntándome por qué la gente decide hipotecarse cuando no está claro que pueda hacerlo, o sin plantearse la injusticia del coste actual de una vivienda. Por qué todo el mundo necesita ser PROPIETARIO de una casa, al precio que sea. Porqué necesitan vacaciones en hotelazos. Por qué necesitan dos coches. O incluso uno, y por qué tiene que ser nuevo a estrenar, y de lo mejor del mercado. Por qué necesitan comprarse un móvil nuevo cada 6 meses. Por qué necesitan comprar tantos juguetes a sus hijos. Por qué necesitan comprarles la ropa más cara que hay. Llegando con el agua hasta el cuello a final de mes...
Yo sólo comprendo a la gente que trabaja de sol a sol porque el puesto miserable que tiene, con su jornal miserable, es absolutamente necesario para su supervivencia y/o la de su familia. El resto, de una forma u otra, podemos elegir. Si queremos. El que quiere tiempo para vivir, y puede permitírselo después de tener las necesidades básicas cubiertas, tiene que elegir: más tiempo o más dinero. Y cada vez estoy más convencida de que el más rico es indefectiblemente aquel que puede disfrutar de tener tiempo. Yo no tengo dinero para irme 10 días a un hotelazo, pero hago la comida y como con mi hijo, merendamos juntos, podemos salir a pasear cuando nos venga la real gana, no tenemos prisa por levantarnos (bueno, él no!) y si se pone malito el único drama es ese: que está malito. Y sinceramente, todo esto me hace sentir muy muy rica. Recuerdo un post de Ana hace poco, sobre sentirse y/o ser una privilegiada por esto. Y como dije en Bebés y Más, yo sí me siento una privilegiada porque mi sueldo no es necesario para la supervivencia (y en muchas familias, ambos lo son), y más privilegiada aún por escoger más tiempo en vez de más dinero. No necesito más dinero, porque yo no tengo hipoteca. No tengo créditos pendientes. Mi coche de segunda mano está pagado. Ahora pago un alquiler X, y si la cosa se pone chunga, con mudarme a una casa más barata, lo tengo hecho. Realización personal tengo toda la que quiero y más.
Y no sólo hablamos de mujeres: los hombres también lo hacen. Si quieren. Mi marido, buscando el trabajo donde está ahora, además de su realización profesional (que gracias a Dios, tiene) por un sueldo decente, aspiraba a un horario compatible con tener vida personal. Y lo ha logrado, vaya que sí.
Para mi sigue siendo un misterio por qué mucha gente no elegir vivir con 'un poco menos'... y siempre oigo cosas como 'seguridad para el futuro','estabilidad','patrimonio para los hijos'... que reconozco que quizá tengan razón, pero algo me dice que el precio a pagar por todo ello es demasiado alto. Y en última instancia, el tiempo dirá :)
Qué más puedo decir Caro, lo has dicho todo con una claridad meridiana, como es tu costumbre.
ResponderEliminarYo también pienso que en muchas ocasiones (no todas desde luego) se puede elegir, elegir vivir con un poco menos, no tener tantas aspiraciones materiales, que en definitiva no conducen a nada.
Ese tiempo del que hablas es nuestro regalo, nuestra dicha y nuestro legado a estos hijos. Mi tiempo para mi hijo, para llevarle al cole, para cocinarle su plato preferido a mediodía, para recogerle del cole a la tarde e ir al parque. Para dormir juntos si está malito y para llevarle a donde sea necesario. Mi hijo esto lo lleva grabado ya, mi hijo me tiene y yo le tengo a él y eso me satisface y me llena.
El poquito menos material puede suponer un enriquecimiento personal y familiar tan hermoso. Lástima que no todo el mundo pueda percibirlo.
Besos reina.
PD: sigo con Riverdance ;)